《¤Un Sueño hecho Realidad¤》(Israel & Egipto) [COMPLETA]

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La calidez de un sentimiento desconocido.
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Han pasado ya algunos meses desde aquella ultima visita que tuvo...

¿Como alguien que dice amarte y que promete cambiar puede tratarte de ese modo tan vil? Observando desde la ventana de su habitación con su pequeño descansando sobre su pecho anhela volver a sus tierras. Recluida en las milenarias tierras que alguna vez fueron persas piensa en como  pudo enterarse siquiera de su idea. Escapar y ser libre nuevamente, estar lado a lado de quien verdaderamente esta enamorada, lamentado el simple hecho de haber cedido ante las presiones de su gobierno para firmar aquel maldito papel.

¡Oh, que futuro podría brindarle a su pequeño si el suyo es de simple subyugación! Como podría velar por él y su seguridad cuando tarde o temprano alguien estaría por encima de él haciendo cumplir todos sus deseos egoístas así como sucede con ella: "dicen que es por un bien común", " es la mejor opción para brindarle al pueblo lo que quieren", palabras que alguna vez escuchó de su mandatario al hacerla participar en guerras con un "archienemigo" de la alianza panarabista. Todo lo que hizo fue para no quedar con el renombre que aun lleva el egipcio ante los ojos de la Liga, no quería ser una traidora de los ideales árabes que mueven a todos por una lucha en común siendo una protesta ante lo que alguna vez fue una vaga promesa de alguien sin escrúpulos ni palabra.

—mi pequeño...—murmuro preocupada conforme sus manos sostienen con ligera fuerza aquel frágil cuerpo infantil.—no se que pensé al traerte a este mundo cruel, a este infierno que es la tierra.

Sus ojos se nublaron por sus lágrimas, nuevamente aquellos hermosos iris verde claros volvieron a brillar ante el leve contacto con los rayos del sol que iluminaban escasamente su presencia. Alejada de la sociedad y recluida en una lujosa morada en un campo escasamente vivo se hallo más decidida en sus convicciones, en sus ideales de cambiar para ser el orgullo de su pequeño.

Decir la verdad curaría este mundo de tanto dolor, volvería a tener la tenencia legal de su pequeño y no tendría que estar con él a escondidas del ojo vigilante y juzgador de la ONU.

Como deseaba estar rodeada de gente que verdaderamente la aprecia tal cual es sin un propósito en especifico tras aquella muestra de cariño. Le prometió cambiar por ella y su hijo, le dijo que jamás volvería a siquiera intentar ponerle la mano encima, que seria incapaz de levantarle la voz ni denigrarla como la persona que es, que jamas volvería a faltarle el respeto y que respetaría sus opiniones, que la amaría y respetaría como la mujer que es, respetarla por ser su esposa.

Mintió y cayó en sus mentiras nuevamente, era aquella mosca que sin ver por donde iba acabo en la trampa mortal de una araña que la esperaba desde hace un momento. Le grito en múltiples ocasiones, incluso le levantó la mano y la abofeteó cuando se entero de que el iraquí fue a buscarla y que ella pretendía huir con él. La amenazo con aquel secreto que ambos compartían, le dijo que la haría ver como la única culpable de aquel complot en contra del "fallecido" israelí. Aun siente aquel ardor en su mejilla, aun en su mente escucha sus gritos mezclados con sus suplicas e incluso viéndose arrodillada frente a él pidiendo perdón y que jamás lo volvería hacer.

Sintió escalofríos al recordar como después de ello él se le acerco de forma cariñosa y se dedico a tomarla de los hombros y procedió a explorar su cuello con lujuria, como sus finos labios besaron la tersa piel de su cuello buscando sus labios, el como sus ojos inyectados de rabia sucumbieron a las llamas de la lujuria que buscaban de algún modo ejercer su dominio sobre su ser, infundir un miedo que ya de por sí sentía desde hace un par de años atrás. Cerró sus ojos con fuerza temiendo lo peor, esperando que aquellos labios llegasen a la suyos y solo seguirle el ritmo. Un beso que no significa nada para ambos, que solo es el choque entre sus labios y no algo mágico sobre lo que hablan ciertos poemas relatando aquella emoción cuando por primera o enésima vez sus labios se juntan mezclando emociones y sueños de manera fenomenal.

Su corazón volvió a latir con una intensidad tan desconocida hasta ahora al sólo pensar en el iraquí, la ternura de sus besos, la suavidad de sus labios y su delicadeza al sostener su rostro sin obligarla a corresponder aquello que no desea. Sin obligarla, hablándole bonito cada vez que lo vio aun siendo escasos minutos, tan solo su presencia traía aquel aire nuevo que su alma necesitaba respirar a comparación del venenoso que lleva respirando desde que cometió el error de atar su vida a lado de un monstruo que recluye entre barrotes de odio y cimientos de venganza a un ser que alguna vez llego a ser la envidia de todos los estados árabes.

Un largo suspiro seguido del recorrido de la primera lágrima que suelta después de haber cerrado sus ojos, escucha el llanto de su pequeño que parece querer acompañarla en su dolor. Intento calmarlo pero sucedió algo que la dejo atónita; entre sus manos aquella criatura dejo de llorar, sus hermosos ojos llenos de inocencia se clavaron en los suyos y extendió sus manitos hacia su rostro.

Un pequeño que crecía fuerte como un roble pero con un leve problema de aprendizaje ya que siendo un niño que tiene las habilidades de moverse libremente, es decir caminar, es incapaz de articular palabra alguna. En aquel contexto fue tratado con bastante cariño por su madre, no le tomo cierta importancia y siguió creyendo en que muy pronto aquella barrera él seria capaz de superarla.

Aquella dulce inocencia limpio sus  lágrimas, sus suaves manos retiraron el rocío del sufrimiento de su suave rostro tricolor, beso sus mejillas con cariño y la abrazó con fuerza, no podía sentirse más conmovida y orgullosa de su pequeño retoño, de aquella empatia que nutrió su pequeña alma para guiarlo a tomar aquella acción.

—mami...no llores...—escucho su infantil voz, aquel pedido dulce que salio de los labios de su pequeño que hasta entonces era incapaz de hablar la conmovió en demasía.

—ya...—con una voz entrecortada y entre sus leves sollozos aquel monosílabo salio de sus labios siendo parte de una promesa que le diría a su pequeño.—ya no lo haré habibata...¿ves? Ya no lo volveré a hacer...

Aun sorprendida aquel pequeño siguió limpiando las escasas lágrimas que salen aun de sus ojos, para aquella criatura fue triste ver a la única persona que ama desmoronarse en silencio sin alguien que fuese capaz de aplacar aquella tormenta que se desato dentro de su ser, si permaneció en silencio tantos meses fue para intentar comprender el comportamiento de sus padres, por su propio medio y con la ayuda de su madre aprendió a hablar aunque no fue capaz de hacerlo frente a ella, hasta ahora en que ella más lo necesitaba.

—me...me prometes Mami?.—su escaso lenguaje provoco un shock leve en su madre quien permaneciendo con un gesto de asombro y una tierna sonrisa en sus labios sostuvo su angelical rostro.

—Te_te lo prometo Sirian.—besó su pequeña frente con amor antes de volverlo a recluir entre sus brazos con cariño, descansando su cabeza sobre su frágil espalda, respirando el dulce aroma de su pequeño cuerpo como si fuese la más dulce fragancia de toda la tierra.

Para aquel pequeño fue algo mágico sentir que fue capaz de ayudar a aquel ser que tanto amor y cuidados le dio desde que era pequeño, siendo aun tan pequeño era capaz de entender los sentimientos más  resaltantes y complejos que sus progenitores eran capaces de proyectar frente a sus ingenuos ojos.

Tan solo era el inicio de algo mayor, la semilla que fue plantada dentro de aquel inocente corazón infantil pronto germinaría cuando llegase a convertirse en un hombre, dejando la inocencia de lado para envenenarse con el ambiente de una sociedad que es incapaz de perdonar y olvidar.

Tan solo aquello que consideraría aberración seria capaz de motivarlo a cambiar. Todo por ese alguien especial que jamás pensó que seria capaz de aceptar y/o amar.