《 El club 》

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■○■○■○■○■○■○■Una mañana fría en la prefectura de Miyagi, y allí estaba el joven Tsukishima caminando hacia el gimnasio de su escuela, al entrar su mirada fue directo hacia la chica de pecas, esa misma a la que ayudó esa vez a la hora de la salida,...

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Una mañana fría en la prefectura de Miyagi, y allí estaba el joven Tsukishima caminando hacia el gimnasio de su escuela, al entrar su mirada fue directo hacia la chica de pecas, esa misma a la que ayudó esa vez a la hora de la salida, fue extraño, el se sintió como un perro persiguiendo su cola, es como si el pudiera olerla o rastrearla a distancia. Se sintió genial saber que ella también esta en el club de voley, según ella era el club menos peligroso.

Casi por instinto camino así ella, a pesar de no querer hacerlo, pero lo hizo y se quedó parado allí como idiota, esperando a que la chica le notase.

La chica por su parte, casi saltó de la sorpresa al notar que semejante titán estaba parado junto a ella y no solo eso, si no que también estaba mirando de forma amenazante a el resto de chicos que se encontraban en el lugar.

- h-hola Tsuki - saludo la chica, aunque los nervios no la dejaron pronunciar correctamente el nombre de su amigo.

- ¿Tsuki? - pregunto Kei, mirando a la chica con un deje de duda implantado en su rostro.

- y-yo e-eh n-o quería decir.. - intento excusarse la chica, agitando sus manos nerviosa, manchando su rostro de carmín en el proceso, una imagen que no le disgustó a Kei.

- me gusta como suena, dime 'Tsuki' de ahora en adelante - hablo Tsukishima, interrumpiendo el ataque de pena de su contraria.

Fue una mañana agradable para ambos, ya que era el primer día los dejaron hacer práctica conjunta de chicos y chicas, lo cual fue perfecto para Kei quien inconscientemente paso toda la práctica pegado a su amiga.

Tadashi se sentia especial de alguna manera la enfermera tenía razón, esa persona de la que ella hablaba, esa que aparecería en su vida y la cambiaría, en realidad si existe y se llama Tsukishima Kei, aunque el no se de cuenta, hace que la vida de la chica sea mejor, ya que por lo menos durante el tiempo que pasa en su compañía, por esos minutos, ella se siente especial, el la trata con delicadeza y paciencia.

Fue genial la calma con la que el explicó como hacer una recepción, cuando pasaba sus manos por los brazos de la chica para ayudarla, una sensación grata los invadió a los dos, Kei la traba como si fuera un jarrón de porcelana, algo bonito que debe cuidar mucho

Para Kei ella se ve como alguien a quien el desea proteger, es fácil sentir como la chica se podría destrozar si el la agarra sin cuidado, apesar de que el sabe que ella es muy fuerte, después de todo si los idiotas que la molestan tuvieran que pasar por lo que ella pasa a diario, seguro terminarían suicidándose, ellos no son más que un montón de necesitados que no se sienten bien sin hacer sentir menos a los demás.

Simplemente patéticos..

Años pasaron desde aquel día en el que Kei ayudo a la pequeña, cada vez los chicos molestaban menos a Tadashi gracias a la influencia de Tsukishima, se puede decir que este último fue un héroe sin capa para la pequeña Yamaguchi.

Dulce torturaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora