|8-01-2021|1:28 AM|

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Coloqué mi nariz en su nuca, aspiraba su aroma a Lacoste. Sentía como su piel caliente transpiraba por el nerviosismo, su respiración se agitaba a la par que su piel se erizaba con mi tacto, mis dedos viajaban por su brazo derecho hasta la altura de su playera. Me hacía sentir imparable el poder que sentía al ver las reacciones que una simple caricia mía le causaba, no sabía que podría tener tanta influencia, pero curiosamente era lo que menos me satisfacía, lo que me hacía sentir en la sima era que él estaba teniendo una lucha interna, un conflicto moral provocado por mí.

Me puse de puntas sobre mis pies para poder alcanzar su sexi oreja perforada -¿Por qué te esfuerzas tanto por mentirme?- sonreí al hablar, sabía que se moría de ganas por conocer mi encaje color negro pero el no iba a aceptarlo.
-No sé de qué hablas María- su voz tembló un poco, lo suficiente para hacerme reír, me coloque frente a el y sostuve sus mejillas entre una de mis manos, me acerque a su boca, la menta que había ingerido previamente aún no perdía su efecto, estaba saboreando a mi presa, en ese momento yo parecía un tigre a punto de brincar sobre ese humano estúpido que sale en busca de aventuras y de su propia realización personal. No pude controlar mi siguiente carcajada, el tragó fuerte, se sentía avergonzado, la vergüenza una vez más hizo su magia al regresarme a la realidad. Él no era mi presa, el era ese chico sexi que conocí en el bar. Esta vez fuí yo quien sintió la boca seca, me miré en el espejo de enfrente, sentí asco de la crueldad con la que actuaba. Ni aunque el hubiese iniciado el juego, y ahora este a punto de perder, yo tenía derecho de sacar lo peor de mí.

Volví a dibujar una sonrisa en mi rostro pero no me burlaba más de él, recosté mi cráneo en sus piernas, y ese hombre desconcertado solo puso su mano en mi cintura, nos reímos un poco de la pornografía de la televisión, siempre ponen a la chica orinando la cama y al wey haciendo su mejor actuación, cómo si eso pasará, el sexo en la vida real no es estético, las mujeres no tienen los senos ni las vaginas perfectas, los hombres no tienen las vergas del tamaño descomunal y tampoco ellos tienen que hacerlo todo, lo gracioso es que creen que si y eso los preciona, como al hombre que me acompañó esa noche.

He dicho con total seguridad que quiero amar con todo y letras chiquitas, pero en realidad lo que quiero es que alguien quiera afrontar las consecuencias de amarme, quiero que vea lo peor de mi y que no sienta miedo, quiero que me admiré y que los detalles más fríos sea capaz de derretirlos.

¿Les parece una ambición muy grande que alguien ame cada detalle, sin importar lo terrible qué sea? A mí me enamora la idea...

Me Donde viven las historias. Descúbrelo ahora