11|| Elise

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Dije que solucionaría los problemas de salud de Michelle uno por uno. Pues bien, tras dos semanas y media despierta, decidí que es momento de que ella deje de sentir tanto dolor en sus músculos. Los calmantes funcionan de a ratos, pero sé que lo que ella necesita en verdad es fisioterapia. Suerte para ambas que mi primo de hecho es licenciado en eso y trabaja tres días a la semana en un centro de rehabilitación.

Pero dejo de creer que es una suerte cuando recuerdo que Michelle lo detesta. Perfecto.

—Te juro que soy bueno en esto, Mich —asegura Adam, mientras caminamos por los pasillos del lugar. Se ve como una pequeña clínica, abundan las personas intentando caminar, o recuperar la movilidad —. Prometo que, con un par de sesiones, dejarás de sentir dolor.

—Caleb había dicho que eres entrenador personal —suelta ella, insegura —. No doctor.

—A ver, no es como si fuera un doctor como tal. Sí, soy entrenador personal en un gimnasio, pero también soy fisioterapeuta. De hecho, soy uno de los tres propietarios de este lugar. Si dudas de lo bueno que soy, pregúntale a cualquiera de mis pacientes y ellos te contarán lo que he logrado.

Sé que Adam es bueno. Es decir, he venido antes a este lugar y he visto como ha logrado que pacientes vuelvan a caminar de nuevo, o a mover partes del cuerpo que antes no podían. Entre ellos, su propia novia. Silene quedó paralítica hace unos años y, de no ser por Adam, estoy segura de que ella seguiría atada a esa silla de ruedas que tanto odiaba. Por eso confio tanto en su trabajo, porque he visto lo que es capaz de hacer y sé que mi primo no se rinde hasta conseguir resultados.

Michelle lo observa con desconfianza, pero al final termina por suspirar y asentir con la cabeza en señal de que le cree. Desde que me prometió que mejoraría su actitud, ella en serio ha puesto de su parte. No es que esté más social, o más animada, pero hace su esfuerzo por aceptar lo que estamos viviendo. Me ha acompañado al trabajo y he conseguido sacarle unas cuantas sonrisas, lo cual es buena noticia.

Pero me ha preguntado sobre su canción otras veces, cosa que sigo evitando responder.

Adam sonríe, satisfecho por saber que se dejará ayudar. Nos guia hasta una de las muchas habitaciones que tiene este lugar. En el camino, Michelle toma mi mano y la aprieta con fuerza. Nuestra relación está mejorando. Aún es difícil aceptar que ambas somos personas diferentes conociéndose de nuevo, pero vamos poco a poco. Le sonrió en forma de apoyo, al menos ella sabe que estoy a su lado y lo estaré durante toda la vida.

—Bien, podemos empezar aquí —dice Adam, encendiendo la luz de lo que parece una especie de salón de gimnasio, solo que sin máquinas. Está vacío a excepción de unas varas adheridas a la pared, unos materiales ortopédicos y un espejo amplio en la pared contraria que refleja muy bien el piso de madera y el resto del cuarto —. Pasaste años acostada, es normal que sientas que te duele el cuerpo. Por eso haremos ejercicios sencillos que acostumbren a tus músculos al movimiento de nuevo. Será como una clase de deporte en la escuela.

—Odiaba esas clases —señala Michelle, a lo que Adam sonríe.

—Eso es porque nunca asististe a una en la que yo fuera el profesor. Verás que está si te gustará.

Mi primo le guiña un ojo y le sonríe con amabilidad, ella evita su mirada y parece estar aguantando las ganas de salir de aquí. Honestamente, admiro la paciencia que tiene Adam con ella. Aunque ya no le grita, Michelle no está siendo precisamente amable con él. Aún así, él la trata con cariño y tolerancia. Le estoy muy agradecida por eso.

Él comienza a ordenar los materiales ortopédicos que necesita mientras comienza una conversación casual para hacerla sentir cómoda. Me acerco a mi hermana y la ayudo a quitarse la chaqueta, agradezco que Lid también le prestara ropa de deporte que le queda aunque sé que en algún momento deberé comprarle ropa. Beso su frente antes de darme la vuelta para dejar la chaqueta en algún lugar que no estorbe, pero mi corazón se detiene segundos después cuando escucho un grito salir de ella.

Los Lirios Perdidos de Mich y Eli || Libro #3.5 de P.EDonde viven las historias. Descúbrelo ahora