1||Elise

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Avanzar.

Eso fue lo que me pidieron hace seis años, cuando desperté en ese hospital. Cuando dijeron que mis padres murieron, que mi hermanita estaba en coma, que mi voz se había ido, me pidieron que siguiera adelante. En aquel entonces, me pareció una petición demasiado cruel.

Me lo sigue pareciendo.

¿Cómo se supone que avanzas cuando sientes que todo lo que amas se queda atrás? ¿Cómo se supone que sigues adelante cuando tus sueños se esfuman y tu vida cambia para siempre? ¿Cómo se supone que continue, cuando me culpo cada día de lo que ocurrió? No puedo avanzar cuando perdí parte de mi en ese accidente.

En cambio, días después de que me dieran de alta aquella vez hace ya seis años, mi primo me dijo algo muy diferente. Se acercó a mí, me miró fijamente con sus ojos azules y me susurró en medio de un abrazo:

Vive, Elise. Tú solo debes vivir.

Y eso he hecho. He vivido, he construido una vida diferente a la que habría conseguido de no haber sufrido ese accidente, de no haber perdido mi voz. Estudié, me esforcé y me gradué dos años antes de lo previsto. Hice locuras cuando era el momento, me comporté con seriedad cuando lo necesité. En consecuencia, obtuve un trabajo increíble, con uno de los cantantes en crecimiento que más admiro en el mundo.

Porque la música sigue siendo parte de mi, aunque no de la forma en la que me gustaría.

Yo estoy viviendo, pero no puedo decir que estoy avanzando. La Elise de hace seis años no existe, sus sueños se esfumaron y, por lo tanto, ella también. La Elise actual, a la que le conseguí una nueva vida, ya no puede soñar. Sigo siendo igual de activa, igual de descarada, pero sé que hay algo que me falta.

Algo que siempre me faltará.

Observo el ramo de lirios en mi regazo y muerdo mi labio con impaciencia. El avión se demoró en aterrizar y en tan solo unos treinta minutos dará la medianoche. Necesito llegar al hospital antes de eso, necesito llegar a mi hermanita y darle un abrazo de feliz cumpleaños aún cuando ella no me lo devolverá. Sé que Garret, el guardaespaldas de los Carlton y chofer en esta ocasión, está conduciendo lo más rápido que puede...Pero necesito más velocidad.

Necesito ver a Michelle.

Cuando las fechas de la gira de Caleb y Rubí Carlton se programaron, sabía que no estar en el cumpleaños de mi hermana era una posibilidad. Su representante, Aviv Everton, sabía eso y me preguntó si quería que reprogramaran el último concierto para llegar antes, pero yo me negué. En serio creí que estaba lista para dejar ir todo esto, que después de seis años celebrando su cumpleaños con ella en una cama, podría aguantar uno lejos. Es obvio que me equivoqué, porque ahora siento que me cuesta respirar.

El que esté así solo demuestra lo que he dicho: estoy viviendo, pero no estoy avanzando. Tengo una vida que me gusta, amo mi trabajo como publicista e incluso amo a las personas para las que trabajo, pero el recuerdo de mi familia y ese accidente jamás me dejaran ser feliz del todo. No merezco toda la felicidad que he conseguido luego de que ellos lo perdieran todo por mi culpa, por ir a una audición que definitivamente cambió mi vida, pero no como lo esperé.

Lo único que merezco es haber perdido la voz. Ser muda es lo único que se ve justo, por más que me duela saber que puede que no vuelva a cantar en mi vida.

Siento una mano en mi hombro, sé inmediatamente quien es. Giro mi cabeza para encontrarme con la mirada de Caleb, esa espectacular mirada en la que hay dos tonos completamente distintos en cada ojo. Aunque admito que es hermoso ver un color azul intenso en uno y un marrón más oscuro en otro, lo que más me gusta de la mirada de Caleb es su intensidad. Él siempre me ha visto de una forma que me eriza la piel, que me calma y me emociona al mismo tiempo. Me ve como a una partitura a la que le encanta leer. Me ve con amor.

Los Lirios Perdidos de Mich y Eli || Libro #3.5 de P.EDonde viven las historias. Descúbrelo ahora