7||Michelle

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Así que mi hermana trabaja para famosos, sale con un cantante y vive en un apartamento sumamente caro en Los Ángeles. Lindo, suena como la vida soñada.

Salvo que no lo es, porque ella perdió su sueño.

No sé porque me empeño tanto en pensar en eso, pero me duele saber que Elise ya no volverá a cantar. Duele todavía más pensar que me muero por escuchar su voz, ¿es egoísta sentir que es algo que en realidad necesito escucharla? Más allá de que la voz de mi hermana me traía calma, la necesidad de oírla tiene más que ver con la sensación rara en mi pecho que no me está dejando dormir. Se siente como si me faltara aire, pero lo tengo. Respiro, pero no es suficiente. Desde que desperté en el hospital estoy así y es incómodo. Quiero sentirme como antes, pero dudo que algo vuelva a ser igual a lo que recuerdo.

Doy una vuelta en la cama, sintiendo dolor en mis músculos una vez más. Mi cuerpo sigue sintiéndose tenso y, mientras más lo pienso, más sentido tiene que me duela tanto. Estoy más alta y hay cambios que...bueno, se notan. La última vez que me vi en el espejo, antes de acabar en esta especie de pesadilla, recuerdo que me enojé con Elise porque apareció tras de mi y me llamó enana tierna, por mi estatura y rostro de niña pequeña.

Ahora ella es tan solo unos absurdos centímetros más alta que yo. 

Siempre he odiado que me traten como alguien chiquita. Mi hermana solo lo hacia para molestar, pero mucha gente en la escuela se burló de mi en su momento. Quizá por eso leo más de lo que lo hacen las chicas de mi edad, por eso prefiero estudiar que jugar, o hacer música antes que distraerme con alguna comiquita. Siempre quise ser mayor de lo que era...

Pero ahora no soy una niña, soy una adolescente y no sé muy bien como afrontar eso.

Es muy distinto ser una niña fingiendo ser mayor, que ser una niña atrapada en el aspecto de alguien más grande. Por eso no me he visto al espejo desde que desperté en el hospital y pensar en hacerlo solo aumenta la extraña cosa en mi pecho. No es que me duela esta sensación, es que me incomoda y me tiene intranquila. Trato de respirar para que se vaya, pero nada ¿Y si despierto a Elise para que me de algún jarabe? ¿Esto se quitará con jarabe? Pero entonces pienso en lo incómodo que es estar junto a mi hermana, lo extraño que resulta pararme a su lado y ver lo mucho que ha cambiado, y decido no pedirle alguna medicina.

Sigo amando a Elise, ¿cómo podría dejar de hacerlo? Pero ninguna de las dos es tonta, sabemos que estamos actuando como extrañas. Siento que no la conozco del todo porque, para empezar, la Eli que recuerdo hablaba. Sigue siendo terca y obstinada, pero le hace falta ese brillo seguro y especial que caracteriza a mi hermana. Me hace falta un abrazo de la Elise que ella dejó en Nevada, pero tal parece que la abandonó por esta nueva chica con una vida junto a celebridades.

No me gusta, prefiero a mi hermana adolescente y descontrolada que a esta mujer que no reconozco.

Decido ponerme de pie para buscar el jarabe yo sola. Es muy de noche, lo sé porque la habitación está a oscuras a excepción de la pequeña lamparilla que dejé encendida para no entrar en pánico. Mi dormitorio es lindo, amplio y sencillo, pero quisiera estar en la mío. La recuerdo por momentos, estaba lleno de mis muñecas que de seguro ahora están solas y sin nadie que cepille sus cabellos.

Sí, soy una niña madura, pero jugar con muñecas siempre me gustó. Eran como mis amigas, las ponía en fila para que me escucharan tocar la guitarra...así no me sentía tan sola.

Sacudo mi cabeza, no quiero extrañar algo ahora porque comenzaré a llorar, estoy harta de hacerlo. Con dificultad, me paro e intento buscar una posición en la que no me duela tanto caminar. Mamá me regañaría por andar encorvada, pero es la única forma en la que la espalda no me duele. Aún siento incomodidad, como si mis músculos estuvieran acostumbrados a no moverse, a estar estáticos.

Los Lirios Perdidos de Mich y Eli || Libro #3.5 de P.EDonde viven las historias. Descúbrelo ahora