Capítulo 7. "El Despertar".

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Día 11.




Nuestro último día en el "Costa Mágica"... ¡Qué tristeza! ¡No me quiero ir!

Volver a la ciudad es como regresar a la realidad. Despertar de un sueño perfecto para introducirme de cabeza en una pesadilla. Pero bueno, al menos nos iremos con el recuerdo, de haber disfrutado cada minuto de estas pequeñas e improvisadas vacaciones. Sin duda, las mejores de toda mi vida.

Conocimos gente maravillosa (algunos más maravillosos que otros), vivimos experiencias inolvidables y compartimos momentos inigualables. Todo esto... junto a ELLA, mi cómplice, mi compañera de viaje... mi compañera de vida. Esa loca arrebatada, que un día más y para no perder costumbre, me lleva de la mano, a toda prisa y saltando las pequeñas olas que rompen en la orilla de la playa, como una autentica niña pequeña.

Llegamos corriendo, y yo además sin aire, a la cabaña de Nacho.

-Dios... cómo las voy a echar de menos -comentó mirándonos entre asombrado y divertido, como si fuéramos dos extraterrestres acabas de aterrizar en la tierra. -¿Quién va a llegar ahora cada día, corriendo y riendo como auténticas dementes?

-Dejamos huella dónde quiera que pisamos -Me dijo Amelia dándome un codazo de chulería.

Encogí mis hombros, con la misma actitud chulesca.

-Así somos... -Le respondí extendiendo al frente la palma de mi mano para que la chocara con la suya.

Lo hizo y solas nos volvimos a reír como dos pequeñas y traviesas cómplices. Pero casi al mismo tiempo, recordamos la presencia de Nacho y dirigimos nuestra vista hacia él una vez más.

-Tal para cual... -rió dando de cabeza. -¿Bueno, qué? ¿Listas para conocer las profundidades del mar?

-¡Y ansiosas! -exclamó Amelia. -Nunca hemos buceado. Pero... oye... ¿Es cierto eso de que hay tiburones?

¡Ups!

-¿Quién te dijo eso? -Le preguntó riendo extrañado.

Ella me miró confundida y para entonces, yo tenía la cara de ángel más creíble que me pudo salir.

-Antes de que digas nada... -le advertí. -Yo nunca te dije que hubiera tiburones. Te dije que nos lanzaste al agua sin asegurarte previamente de ello...Es más, te aseguro que de pensar que había tiburones, te habría sacado del agua en el acto.

-Ya claro... Pero tú preferiste dejar que me abrazara a tu cuello como un koala asustado.

-Bueno... eso y tu cara de niña aterrorizada, fue mi recompensa por haberme lanzado al agua con ropa.

-Te detesto... -Murmuró frunciendo el ceño con una sonrisa escondida.

-Me adoras -Sentencié guiñándole el ojo.

-Esto también lo voy a echar de menos -intervino Nacho, al que habíamos casi olvidado. -Esas mini discusiones... Si fueran pareja, ustedes dos serían una explosión de fuegos artificiales en la cama.

Amelia abrió la boca enormemente, sorprendida y seguramente escandalizada, pero riendo.

Y yo... le lancé al chico una mirada asesina, que rápidamente fue cubierta por el rubor que comenzó a ascender por mis mejillas.

¿Cómo se le puede haber ocurrido ese cometario? Quiero matarlo.

Pero algún ángel debe estar cuidándolo desde el "más allá", porque envió a su propio tío para salvarlo de la situación, antes de que yo lo asesinara.

-¿Todo listo chicas? -Preguntó el hombre.

-En realidad no -respondió su sobrino. -Tienen que pasar adentro para ponerse los trajes de buceo.

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