Capítulo 5. "El Despertar".

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Día 8.




Sé exactamente las preguntas que todos ustedes deben estarse realizando ahora mismo… "¿Qué pasó después del beso?" "¿Qué se dijeron?" "¿Qué significó?" "¿Qué sintieron?"

Pues bien, trataré de responderlas lo mejor posible.

-¿Qué pasó después del beso?... Como ya les conté, saltamos del helicóptero y vivimos la experiencia más impresionante de nuestras vidas. Cuando pisamos tierra firme y nuestros instructores nos liberaron del paracaídas, lo primero que hicimos ambas, fue correr a abrazarnos como si no hubiera mañana. Estábamos claramente emocionadas, con nuestros ojos llorosos, eufóricas y al mismo tiempo calmadas, con una sensación de paz interior, muy agradable. Estábamos vivas, a salvo y... juntas. ¿Qué más podía importarme?

-¿Qué nos dijimos?... No demasiado. Del tema que a ustedes les interesa, absolutamente nada. Ninguna de las dos mencionó lo ocurrido justo antes de saltar. ¿Decepcionadas, verdad? Es normal. Quizás ustedes esperaban que al aterrizar, corriéramos a cámara lenta, una junto a la otra, y al encontrarnos, nos detendríamos unos segundos con una amplia sonrisa, justo antes de unir nuestros labios apasionada y dulcemente, como en una telenovela, y música romántica de fondo, mientras los chicos aplaudían eufóricos como si estuvieran asistiendo a una boda. Hubiera sido bonito, sí... Pero lamentablemente, esto no es una novela, sino mi realidad. Una realidad en la que las cosas no siempre, por no decir nunca, suceden como esperamos.

-¿Qué significó ese beso?... Para ella, no tengo la más mínima idea. No sé si fue fruto del nerviosismo, de la locura del momento, o quizás en el fondo pensaba que no iba a volver a verme y fue un regalo "pre-mortem" Quien sabe... cualquier cosa puede pasar.

Al fin y al cabo, no fue un gran beso. Sólo... sólo una unión de labios, simple, inocente, de esas que haces con tus amigas justo antes de tomarte una fotografía divertida. Aunque en este caso, no había ninguna cámara esperando disparar su flash. Y para mí... pues para mí significó... no lo sé, les juro que no lo sé. Lo siento.

-¿Qué sintieron?... En ese momento, lo único que sentí fueron deseos de que el tiempo se detuviera allí mismo. Y ahora... pues ahora siento pánico. Porque yo no sé ustedes, pero yo no veo nada normal en el hecho de desear que tu mejor amiga te bese y no pare de besarte nunca. No lo veo normal... Quizás por eso no me he atrevido a abordar el tema. Creo que prefiero dejar las cosas como están, si ella no ha dicho nada, será porque fue un error, algo producto de la emoción del momento. No seré yo quien le dé una importancia que no tiene, aunque por dentro siga muriéndome del terror.

-¡¡Luisita!! -Exclama mientras agarra mis mejillas para obligarme a alzar la vista.

Ese contacto me hizo volver de golpe al mundo real para descubrirla riendo divertida mientras me mira. Llevo minutos sentada en la cama, haciéndome y respondiéndome esas preguntas a mí misma, sin darme cuenta de qué ya había salido de la ducha.

Probablemente lleva un largo rato llamándome y siendo completamente ignorada. Aunque a decir verdad, si llego a saber lo que me iba a encontrar, habría seguido ignorándola eh... ¡¡Está en ropa interior!! ¿Pero qué le pasa? Si siempre se viste antes de salir del cuarto de baño. ¿Por qué hoy lo hizo diferente?

Vamos, Luisita, la has visto en ropa interior un millón de veces, no dramatices. Pero... pero... joder, es que tengo su cuerpo casi desnudo a dos centímetros de mi cara... y gracias a su obligación de hacerme mirar hacia arriba, me encuentro directamente con sus pechos, cubiertos por un brassier blanco, que los resaltan... no sé... me estoy quedando sin respiración, aviso.

Me siento como un perrito, uno de esos que acaban de hacer algo malo y esperan pacientemente a que termines de regañarlos, pero apartan la mirada y vuelven a mirarte, y la apartan... y así hasta...

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