KEVIN

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Hay quienes dicen que el carácter de un niño se forma con las vivencias de su infancia, yo pienso que lo hace en la fortaleza y nobleza de su corazón

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Hay quienes dicen que el carácter de un niño se forma con las vivencias de su infancia, yo pienso que lo hace en la fortaleza y nobleza de su corazón.

Portland, Oregón 2004

Desde un lugar apartado podía observar a los demás niños, todos sonreían, todos jugaban, pero yo no encontraba esa felicidad que irradiaban, era como si para ellos fuera de día, mientras para mí de noche. Mi estómago gruñó recordándome que no había comido nada desde el día anterior, esto no era nada extraño, pues en mi casa pocas veces había comida. Creo que conseguía más golpes e insultos que granos de arroz en un día. Los maestros pasaban por mi lado sin notarme, como si fuera apenas una sombra. Había sido así desde que llegué a la escuela, el niño marginado a quien nadie prestaba atención, aunque eso en lugar de inquietarme me hacía sentir agradecido. No era como si me preocupara encajar de algún modo, sabía bien que no lo hacía, había dejado de intentarlo y simplemente me dedicaba a estar ahí.

Algunos de mis compañeros jugaban a la pelota y, cuando la lanzaron esta cayó a mis pies, la tomé con la intención de devolvérsela, pero entonces, Joshua Farrell se acercó y la arrebató de mis manos.

—No toques mi pelota, mugroso. —Pateó mi pie y se alejó con sus amigos, quienes se rieron de mí.

—Mi mamá dijo que la suya es una puta —comentó Peter Jones, causando que todos rieran de nuevo.

—Y su padre es un borracho —agregó Joshua.

Había oído este tipo de comentarios antes, muchas veces, sabía quién era y qué eran mis padres. Me molestaba que llamaran a mamá puta, pues estaba seguro de que no era cierto. Ella era buena y nos amaba a Brian y a mí, sin embargo, descubrí hace tiempo que los otros niños podían ser crueles y, en ocasiones, malvados.

Los vi alejarse entre risas y permanecí en el mismo lugar, hasta que la campana sonó anunciando el final del recreo. Como siempre esperé a ser el último, había aprendido a hacer esto después de que Joshua y sus amigos me golpearan por la espalda y me empujaran haciéndome caer en varias ocasiones. Una vez en mi lugar, apoyé la cabeza sobre la superficie del pupitre y cerré los ojos, tal vez podría dormir un rato y así apagar el ruido que hacían mis tripas. A veces, me gustaría poder apagar todos los sonidos del mundo, inventar una realidad paralela donde los niños crueles no te gritaran cosas desagradables, y los estómagos hambrientos no gruñeran recordándote en todo momento algo de lo que eras muy consciente. Vagamente escuché a la maestra comenzar a explicar en el pizarrón, pero no comprendía muy bien, lo peor de todo vino cuando me llamó para que resolviera algún problema matemático, suspiré queriendo negarme, pero sabía que no podía. Me encontraba en la última fila, así que me levanté y comencé a caminar. Peter acomodó su pie en mi camino y estaba tan nervioso por tener que salir al frente, que no me di cuenta hasta que fue demasiado tarde, tropecé y caí de bruces al piso seguido de un coro de risas que estalló en el salón. La maestra apenas sí les llamó la atención, me levanté totalmente avergonzado luchando por contener las lágrimas, obviamente fallé en resolver el problema, lo que me convirtió de nuevo en la burla de todos.

Absolución.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora