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"Se que mañana no estarás y aunque me duela tu te vas cerca o lejos me extrañaras el amor viene y se va, vivamos ahora este momento... Sedúceme" - LI

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•ENTREGA DE HOMBRE•

El palacio estaba muy tranquilo, demasiado para el gusto de uno de los guardias el cual se quedo parado a las afueras del pasillo había pasado una hora y el rey no salia de la alcoba asignada de la humana. Quiso caminar hacia el interior de este al aproximarse a tan solo un poco a la puerta sintió la necesidad de tocar pero se detuvo. Un pensamiento del rey se cruzo en su canal de lectura que estaba utilizando como red de pesca para atrapar información.

Y que pensamiento! ¿Por que? ¿Como un rey supremo que nació para dominar los humanos sucumbe a una y a la mas asquerosa? ¿Como le puede pasar eso por su mente? El guardia se alejo rápidamente asqueado.


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"¡Amo esto, amo esta sensación, amo su calidez, amo sus gemidos, su piel tembloroso, su pelo, amo su cuerpo ... yo la amo ... Amo a Komugi, la amo!"

Pensaba el rey una y otra vez, su corazón iba a mil a pesar de que se movía lentamente dentro de ella sentía como su miembro era succionado por ella, podía escuchar sus latidos, su respiración agitada, la miraba atentamente a cada gesto que ella hacia. Hasta el simple hecho de verla sonrojada y sudada encima suyo era excitante y conmovedor; antes de darse cuenta ya era el quien estaba aumentando la velocidad.

— Ma... Meru... me

— ¿Si?

Ella se detuvo, ciertamente estaba algo cansada pues hasta ese momento se había encargado de llevar a cabo la penetración pero mas que nada porque el rey era muy fuerte para ella sin mencionar que Meruem aun la tenia sujetada de la cintura con su cola, pero por nada del mundo se negaba a soltarla. Komugi se inclino hacia él y se recostó en el fornido pecho del rey haciendo que mechones de su pelo blanco azoten su cara.

Se sentía bien todo, el peso de su cuerpo y como aún permanecía en su interior. Asi que prefirió acostarse sobre ella y volver a penetrarla lentamente ahora sin perder la vista de su rostro.
Ella suspiraba jadeante y con la yema de sus dedos temblorosos sujetaba la clavícula de él, como si no quisiera caerse.

— Ah.. Ko-ko- mugi ...— Decía su nombre entre quejidos.
Quería Mantenerse en silencio pero el placer que sentía era más fuerte que él, ella lo abrazó aún más repartiendo besos en su cuello esto lo enloqueció más.

— Ma... Yo lo...

— ¿Sí? Dime?

Ella negó con la cabeza y besó sus labios la verdad no sabía que hacer solo se dejó guiar pero mientras él batallaba con las placenteras sensaciones ella peleaba con el cansancio.

Unas embestidas más y el rey sintió su interior estallar, la abrazó con tal fuerza como si quisiera fusionarse con ella y un ronco gemido fue mezclado por ambos.

Tenía razón, ese idiota del libro una vez más le atinó ni siquiera cuando nació y probó humanos especiales se comparaba a esto.
Antes de volver a realidad sintió a Komugi buscar sus labios e inmediatamente no dudó en unirlos con los de ella.

Quería agradecerle, la beso aún con más ganas y lejos de lo que leyó en el libro los machos humanos suelen  quedar en puro agotamiento tras este acto; él por el contrario quería más.

Ella se soltó de su cuello alejándose de su boca cuando se terminó de sofocar; apoyó su cabeza en la almohada totalmente exhausta, le costaba respirar y todo el cuerpo le temblaba.

Un cuerpo y una voz| MeruemxKomugi (EDITANDO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora