CAPITULO VII: JUEGO I

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Gran Tumba de Nazarick. Sala de Conferencias

Alrededor de 15 seres heteromorfos se acomodaron en los magnánimos asientos adyacentes a una amplia mesa redonda.

La mayoría llegaba del trabajo, pero ya habían transcurrido algunas horas por adelante del final del horario laboral que se regía oficialmente, supuestamente debería haber muchos liberados de sus deberes por ese día. Pero ahí estaban con pocos asistentes, a duras penas se acercaban a la mitad de miembros.

Aun así, tratando de evitar que la concepción de un desamparo y abandono aunara por la ausencia de miembros. Se dejaron llevar en platicas casuales, ya sea del juego o sus actividades y asuntos cotidianos. Los diálogos se solían prolongar y profundizar lo suficiente para entender por qué algunos ya no se conectaban tanto como antes para aventurarse por el juego, instintivamente los intercambios consistían en sosegar deliberadamente su paz mental o emocional en charlas con compañeros disponibles en línea.

Hablaban y hablaban, perdiendo la noción del tiempo, ocasionalmente se nombraba algo relacionado a Yggdrasil, aunque claramente iban aumentando las veces que cada mención o idea era en torno a los empleos o explicaciones de porque habían sido el ausente de la semana pasada. Había pasado demasiados días así, eran raras las veces que se movilizaban conjuntamente con el mismo anhelo que los motivo a animarse a sumergirse en ese mundo virtual.

En particular solo un miembro se conectaba diariamente a comparación del resto. Un Overlord relegado a conformarse con la situación no quería presionar o insistir a nadie con asuntos del gremio que pasaban a ser irrelevantes cuando se trataba de sus amigos, permitiéndole a cualquiera que desease acarrear sus molestias de sus amargas y estresantes vidas en esta gran mesa. Era lo natural, lo entendía, sería extraño que nadie lo hiciese, ya había sido testigo de estos entornos, pero esas veces fueron en días lejanos, días lejanos que ahora eran los más recientes y persistentes.

Como siempre prefería permanecer atento y modesto, brindando su tiempo y su oído disponible, hasta proveyó consejos y consuelo casualmente con palabras de aliento para motivar un cambio de ánimo del que se regía actualmente, ese ambiente que contrastaba en ser el dominante los últimos meses en su amado gremio cada que se conectaba.

"Es cuestión de tiempo". Apoyaba en su mente, con la esperanza de volver a ver esa energía y dinamismo en sus compañeros y gremio. Solo debía aguardar y gestionar adecuadamente los recursos de la mazmorra en lo que sus amigos resolvían sus percances y regresaran con más fuerza que nunca.

Hablando de ese asunto, recordó que ese tema parecía pasar a ser intrascendente para varios miembros, para no decir todos, debido que la ultima vez que alguien menciono y se prestó a esa tarea fue hace una semana, no era tan inquietante el tiempo, sino que solo a uno le pareció preocupar. Individualmente, a partir de eso no era tedioso que él se ocupara solo, podía lidiar con eso por el momento mientras sus amigos volvían a encontrarse a sí mismos para reavivar sus espíritus animosos.

Otro punto alarmante en su pacienzuda mente era la ausencia masiva de miembros. Ya habían ido transcurriendo días en unos, y semanas que amenazaban a llegar a su mes para otros casos. No recibir avisos o explicaciones del porque, amedrentaba su paz, tenían sus propias vidas y no estaba en su derecho o planes señalarlo cuando regresasen, ¿Quién era el para inmiscuirse en la vida privada de otros?, a fin del cabo esto solo era un juego, una ruta, vía, escape momentáneo. Sin embargo, aunque apoyaba eso, aun así, en serio esperaba que volvieran, como lo hacían otros como los presentes de hoy y poder ofrecer un buen ambiente confortable y amistoso. Así lo ansiaba con ímpetu, la afluencia reducida de personas no aminorara su convicción de preservar y proteger este sitio hasta que retornen. Esa era su responsabilidad como líder de gremio.

OVERLORD: RenacimientoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora