Capitulo 8: Nuestro hogar

20 0 0
                                    

TERESA

- Tere, sé que no hace sentido pero es la verdad. Tú no eres de aquí, te mintieron. No me sorprendería si tu madre ni siquiera habita en este lado...

- No.

Siento mi pecho pesar como si me hubiesen lanzado una piedra. ¿Qué significa esto? Me desabrocho el cinturón y salgo del auto. Puedo escuchar cómo Nick sale y me llama pero yo apenas puedo controlar mis emociones lo suficiente para caminar hacia los árboles. Correría si no fuera porque la piernas me temblasen tanto. 

- ¡Teresa!

Mis zapatos se están manchando con el lodo mientras camino con prisa pero sin dirección. 

-¡Teresa!

No quiero lidiar con esto. No ahora. Me tapo las orejas y comienzo a trotar en dirección a la cascada del monte. Al parecer mi cuerpo sabía a dónde iba pero no fue hasta ahora que me di cuenta de que no estaba perdiéndome entre los árboles.

-¡Teresa!

Me detengo frente al gran río y miro la cascada. Es hermoso. Por un momento me olvido de lo que acabo de escuchar y respiro el aire húmedo. Qué bien se siente...

Los brazos de Nick me rodean. Su cuerpo me da un calor inesperado, no noté lo fría que estaba esta área hasta ahora. Me dejo abrazar e incluso recuesto mi cabeza de su hombro para relajarme. No he tenido mucho tiempo para esto últimamente; respirar afuera y estar tranquila digo. 

- Tenme paciencia. - susurro y me volteo para apoyar mi mejilla en su pecho, manteniendo el abrazo. - Dame tiempo, ya luego lo aceptaré...

Mis mejillas son humedecidas por pocas lagrimas que ni siquiera noté formarse. 

- No te preocupes, no hay prisa... - besa mi coronilla y yo suelto un largo suspiro logrando calmarme por completo. 

No sé cuanto tiempo pasamos así pero los colores de una mariposa me hacen separarme y seguirla hasta la orilla del río. 

- Se ve refrescante...- pienso en voz alta y escucho a Nick reír detrás de mí.

- El río está muy frío para bañarse. - dice y yo me volteo sonriendo. - Oh, no. Ni lo pienses. - me acerco peligrosamente. - Teresa, vamos a salir de ahí con el cuerpo adormecido, ¡no te atrevas! - se aleja y yo comienzo a correr tras él.

- No seas cobarde, ¡solo un chapuzón! - río por cómo corre tratando de no resbalar entre las rocas.

- No. ¡Te lo advierto! No me hago responsable por lo que haga en mi defensa. - amenaza pero lo ignoro hasta que una pared de rocas le bloquea el camino. 

- Ja! ¿A dónde vas a correr ahora? - me burlo en posición de ataque y él se gira para dar la cara. Su pecho subiendo y bajando agitado me hace tambalear.

- Aquí. - dice antes de correr hacia mí. Antes de poder cuestionar su respuesta me levanta como saco de papas.

- ¡¡Ey!! Trampa, ¡bájame! ¡No es justo! - me quejo mientras trato de bajarme pero su fuerza me gana.

Oh no, me iba a lanzar al agua. Quizás no sea lo suficientemente fuerte para zafarme pero...

- Si voy al agua, ¡tú te vienes conmigo! - logro decir antes de que intente en vano lanzarme porque lo jalé tan fuerte conmigo que también cayó.

¿Adivinen quién se terminó lanzando al agua él solito?

- Joder. - lo escucho maldecir mientras me echo el cabello hacia atrás cuando alcancé la superficie del agua. - Vas a lamentar esto. - habla tan bajo que no sé si lo dice para parecer intimídate o si de verdad estoy en problemas.

Diana Teresa [Actualizando ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora