4

887 67 4
                                    

Anahí llegó a su casa a oscuras y suspiró. Pensaba que iba a estar todo el día deprimida por la boda. Pero Alfonso la había hecho sonreír, olvidarse de sus problemas e incluso divertirse de camino a casa. Por eso cuando se había bajado del coche y solo su olor se había quedado, lo empezó a echar de menos. Abrió el grifo de la ducha y comenzó a desnudarse. Estaba en la ducha cuando escuchó un ruido fuera.

Tembló y sin apagar el agua salió de la ducha envuelta en una toalla. Se acercó sigilosa hasta la puerta y cerró con seguro. Apoyó la oreja en la madera y se quedó muy callada.

— Todavía está en la ducha, ¿habrá llegado también Alfonso? —dijo una voz profunda que no conocía de nada.

¡Habían entrado en su casa! Pero no sabía muy bien porqué nombraban a Alfonso. Dio gracias a llevarse siempre el móvil con ella al baño y marcó el último número que Alfonso había marcado, el de su jefe. Una voz femenina contestó del otro lado.

— Hola —susurró— estoy buscando a Alfonso Herrera.
— Lo siento, pero...
— Escúcheme. Hay alguien en mi casa y yo vivo sola. He traído a Alfonso a la ciudad hace una hora escasa y necesito su ayuda.
— Le pasaré con la oficina de Christian Chávez, está con él en este momento.
— Gracias.

Anahí esperó paciente, aunque el corazón le iba a mil por hora y se estaba quedando helada en medio del baño tapada solo con la toalla.

— Christian Chávez —anunciaron del otro lado.
— Necesito encontrar a Alfonso —volvió a repetir— soy Anahí Puente, la chica que lo ha traído a la ciudad.
— ¡Anahí! ¿Qué pasa? —la voz de Alfonso sonó en ese momento, estaba en altavoz, perfecto.
— Hay dos hombres en mi casa. Estoy encerrada en el baño. No puedo salir y...
— ¿Y?
— Te han nombrado. Han dicho algo de si tú habrías llegado, pero entre el agua de la ducha y que el baño está lejos del salón no los escucho bien.
— Está bien. Anahí, escúchame atentamente —le respondió Alfonso— nosotros vamos a salir ahora mismo para allí. ¿Tienes acceso a tu habitación sin salir del baño?
— No.

Le escuchó maldecir, ¿para que quería ir a su habitación?

— ¿Tienes ahí la ropa que tenías puesta antes?
— Si, claro.
— Bien. Póntela. Llegaremos en diez minutos.
— Como sabes dónde... oh —se cortó a si misma— el FBI, entiendo.

Escuchó a Alfonso reír bajo y se tranquilizó un poco.

— Necesito que actúes normal. Como si no les hubieses escuchado —Anahí asintió aunque no la podía ver— No sé, tararea mientras te duchas, haz como que te depilas... cualquier cosa.
— Está bien —murmuró.
— Pero no salgas del baño por nada del mundo. Yo tocaré la puerta cuando todo esté bien, ¿de acuerdo?
— Si.
— Y no tengas miedo, no va a pasar nada.

Alfonso colgó y se levantó en un tiempo récord. Christian ya había llamado a Christopher y a su mujer, Dulce María. Los mejores agentes para el caso. Anahí había ayudado a uno de los suyos y ahora estaba en peligro por su culpa. Se reunieron con Alfonso en la entrada y salieron tan rápido como pudieron. Alfonso los había menospreciado, si habían conseguido dar con Anahí es que no le habían tomado por muerto.

— Tenemos que salvarla —dijo con seriedad, Dulce lo miró sonriente.
— ¿Es tu novia?
— Me ha salvado la vida Dul. Me recogió en mitad de la nada y me trajo aquí sin pedir nada a cambio.
— Es valiente. Si fuese ella no habría frenado. Por muy sexy que fueses.

Eso le hizo sonreír, recordando a Anahí sonrojada, diciéndole lo sexy que era. Respiró profundamente y se recostó en el asiento. La salvaría y, si todo iba bien la ayudaría con lo de la boda.

InesperadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora