Parte 1

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Los copos de nieve se asomaban sin permiso sobre la ciudad de Londres en un lúgubre mes de Enero.

Las ruedas sobre el asfalto salpicando todo a su paso, las bocinazos desesperados para llegar a tiempo, y los tacones resonando sobre la acera se hacían presentes en la mañana temprana.

El día lunes era de mayor importancia para los habitantes. Una nueva semana y una nueva rutina, todos listos y preparados para enfrentar otra semana de sus vidas.

La suerte no se cernía sobre Liam Payne, un abogado joven de veinticinco años.

Se encontraba dentro de su auto con la cabeza sobre el volante con los ojos fuertemente cerrados. Sus intentos fallidos por encender el vehículo eran en vano y estaba totalmente frustrado.

Tenía que estar en menos de media hora en su trabajo y si la situación continuaba de esa manera perdería su día.

- ¡Maldito pedazo de mierda! - Liam dio un fuerte manotazo sobre el volante, lastimándose en el acto - Mierda.

Se bajó del auto hecho una furia para adentrarse a su casa nuevamente.

Dio unos pasos dentro y comenzó a dar vueltas masajeandose las cienes. Inspiró profundamente resignándose a su ira y tomó su celular marcando el número de su padre.

- Liam ¿Qué es lo que sucede? ¿Porqué no has llegado? - la voz de su padre se hizo presente tras el segundo tono.

- Hola papá, lo siento, tuve problemas con el auto. Creo que no iré hoy.

- De eso nada Payne. Te tomas algo. Un taxi, el tren o el autobús, el que más te guste. Tenemos un caso muy importante. No me importa si llegas tarde, te necesito aquí - tras su pequeño monólogo colgó de inmediato dejando a Liam con la palabra en la boca.

- Maldita sea.

El castaño alto y grandote no se lo pensó dos veces. El taxi costaría una barbaridad hasta su destino y el autobús no pasaba hasta dentro de una hora, lo que lo dejaba con la última opción y no era la más convincente.

Veinte minutos mas tarde el hombre de traje elegante se encontraba en la estación de trenes no muy a gusto con el entorno en el que se hallaba.

La estación estaba peor de lo que imaginaba. El piso estaba cubierto por una capa de nieve y no precisamente blanca. Las pisadas y la basura que las personas tiraban sin control hacían del lugar un asco, estaba sucio, completamente sucio. Liam odiaba lo sucio.

El castaño se encontraba parado y de brazos cruzados sobre la linea amarilla parcialmente borrada que se ubicaba al borde del andén.

Aún seguía histérico, estaba enojado con todo el mundo. Su auto no funcionaba, su padre lo obligó prácticamente a lidiar con un lugar asqueroso y detestable, sus zapatos estaban mojados porque tuvo que llegar caminando a la estación y sus pies estaban congelados. Para colmo ahora tendría que viajar con un montón de extraños por casi cuarenta minutos hasta su trabajo.

El sonido de las ruedas contra las vías despertó a Liam de sus negativos pensamientos.

Una vez adentro el castaño fruncio el seño en señal de desconcierto. El transporte no era tan trágico como pensaba. Los asientos forrados de pana y las ventanas amplias, le daban un aspecto menos sucio de lo que él pensaba. Aún así no estaba conforme con la idea de viajar con extraños.

Pasadas cuatro estaciones Liam pudo aprender algo. Al parecer, en cada estación se subía una persona distinta vendiendo algo o pidiendo dinero, cualquiera de las dos cosas eran con fines de lucro.

En su estación se subió un ciego, que no tenía pinta de ser ciego ya que se corrió en un reflejo ante la aparición repentina de una señora; en su mano se encontraba una gorra, la agitaba levemente dando a escuchar las monedas dentro de ellas dando la señal de que estaba pidiendo más de ellas.

About Trains And Boys (Ziam OS)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora