Capítulo XII - Heridas

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Había caminado varios días ya, el frio, el hambre, el dolor, eran sus fieles compañeros, estaba roto por dentro no podía dejar de llorar y preguntarse por qué estaba tan solo, por qué se habían desecho de él como si de basura se tratase, era pequeño e indefenso y aun así tuvo que aprender a sobrevivir, conoció mucha gente lacra en el camino, a medida que creció comenzó a reprimirse por cada cosa mala que le pasaba, pues llorar no sirve de nada, tenía que ser fuerte solo podía contar con el mismo, solo a él se tenía, los sentimientos son debilidad y él no quería ser débil.

A medida que pasaba el tiempo odiaba más a los demás, nunca conoció el cariño ni tampoco que se siente importarle a alguien, si el moría daba igual, la mayor parte del tiempo solo recibía maltratos y repudio, no valía nada, comenzó a refugiarse en la violencia, si lo maltrataban ¿por qué él no podía hacer lo mismo?, mucha veces se preguntaba que se sentía tener el calor de un hogar pues el único hogar que él conocía era la dura calle.

Pero una luz apareció en su vida, un pequeño niño de ojos cafés tan dulce e indefenso que de inmediato se ganó su corazón, no tardo en encariñarse con él y se juró a si mismo que lo cuidaría como si de un tesoro se tratase, con él por fin conoció el cariño, por fin sabía que era importarle a alguien y con él sintió el calor de un hogar, era lo más precioso que tenía y su único objetivo en la vida era protegerlo del cruel mundo que él ya conocía pues por nada iba a permitir que se apagase.

Crecieron juntos, eran inseparables, a medida que pasaba el tiempo más lo quería, pronto comenzó a temer que alguien se lo quitase, era su única familia, la única persona que le importaba, se dedicó a alejar a todo aquel que se acercaba demasiado a él, no podía arriesgarse a perder lo único bueno que tenía.

Gustabo salió de su departamento tan rápido como pudo, se negaba a sentirse así, quería alejarse de aquella sensación, no se lo puede permitir, pero a medida que caminaba las lágrimas exigían salir, él no es débil no puede llorar, pero por más que se resistía ya era muy tarde dolía demasiado, se adentró en un oscuro callejón y se dejó caer y junto con él las lágrimas, llevo sus manos a su rostro mojado ya no había ira, solo tristeza, no podía dejar de sollozar al punto que se estaba ahogando en sus propias lágrimas, era tal su aflicción que no le dejaba respirar, aquellas gotas saladas no desistían de salir cada vez más fuerte, cada vez con más angustia, parecía que todo de lo que había escapado ahora lo golpeaba con furia, recordándole lo roto que estaba, tras unos largos minutos desahogándose las lágrimas parecían dar tregua aquel pobre muchacho que estaba derrumbado, él no puede manejar las emociones no sabe cómo, tiene que calmar esta sensación que carga en su corazón, se levantó y seco con su manga su rostro, se dirigió a un bar a beber tanto como pudo y a ver el mundo arder causando que los demás se peleen ¿y por qué no? él también se metió prefería cualquier otro dolor que no fuera aquel que se había alojado en su pecho.

Camino durante un rato, comenzó a llover pero no le importaba él está acostumbrado al frio, encontró otro callejón se alegró por ello, se adentró en este y se sentó donde nadie lograría verlo, ¿en qué momento termino así?, ¿en qué momento perdió lo que tanto amaba?, ¿si no hubiera cedido a sus sentimientos?, ¿si no se hubiera dejado llevar?, quizá todo estaría bien, pero ya es tarde, comenzó a llorar nuevamente, ahora las lágrimas se mezclaban con el agua de la lluvia, tanto tiempo a su lado y lo cambio como si nada, pero ¿por qué creyó que alguien como Horacio podía llegar a enamorarse de él?, no vale nada, nunca ha valido nada, es basura siempre lo será, una vez más está solo, una vez más abandonado.

Ese maldito dolor ya no lo quiere sentir más, nunca creyó que aquel a quien dejo entrar en su corazón le hiciera tanto daño, se quedó ahí sentado, la calle es su lugar, da igual lo que pase, da igual.

Estaba paralizado pensando en la estupidez que le dijo a Gustabo, cuando regreso en si trato de llamarlo, pero este dejo el móvil en su habitación, era lógico si salió de ahí sin previo aviso, paso un buen rato y no regresaba por lo que decidió ir a buscarlo sin suerte, las horas pasaban y la lluvia no ayudaba nada, ¿Por qué tenía que decirle eso?, no era más fácil decirle que lo amaba y ya, lo conoce ojalá no haga ninguna estupidez, solo le quedaba tratar de dormir, ahora ya nada podía hacer.

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