Capítulo I - Cariño

2.4K 171 1
                                    

Dos muchachos que no llevaban mucho en la ciudad, consiguieron como ningún otro entrar en el helado corazón del superintendente de la policía, este era un alfa entre alfas, temido por muchos, especialmente por sus subordinados ¿y como no? si poseía un carácter más que fuerte, con una voz de mando que causaba escalofríos, pero por alguna razón estos dos capullos lograron que mostrara un lado más que protector, alguna vez dijo que se debía a que le recordaban a sus cachorros, los cuales por cosas de la vida murieron junto a su madre, desde entones la pequeña parte de él que era amable desapareció hasta que conoció al par que cambió por completo su mundo. Después de trabajar para él cómo informantes insistieron mucho en entrar al cuerpo de policía, el Superintendente no estaba muy convencido, especialmente porque uno de ellos era un omega y era al que más cariño le había cogido, por lo que no le gustaba la idea de que esté en riesgo y sabia de sobra que entrar al cuerpo era asegurarte una bala en la cabeza y no quería perder a esos dos que a pesar de que hicieran que muriera de bronca más de una vez, les tenía un gran cariño.

Después de mucha insistencia y demostrando que eran capaces de ser buenos policías, entraron al cuerpo, aunque uno de ellos tenía una petición para su "padre" porque eso parecía, que nadie tenía derecho a darle ordenes más que él, el Superintendente acepto porque al fin y al cabo siempre terminaba accediendo a las peticiones del chico.

Estos dos eran algo único, cada uno con características peculiares, el mayor de ellos, Gustabo, era un chico precioso, rubio de ojos azules, que solo reflejaban misterio, no muy alto, de complexión delgada pero con un cuerpo bien trabajado y definido, mas que seguro hacia suspirar a mas de uno, era un alfa pero uno muy extraño, si bien reflejaba el comportamiento de un alfa, podía ser mas agresivo y dominante que uno si se le apetecía, no se inclinaba ante nadie por lo que someterlo era imposible, era fuerte si, muy inteligente pero lo que mas lo caracterizaba era su irresistible carisma y poder de palabra que poseía capaz de convencer a cualquiera.

Lo más extraño de esta peculiar alfa era su olor, este no podía ser anulado incluso por un omega en celo además de ser resistente al llamado de uno, es decir si percibía a un omega en celo no le afectaba como a los demás alfas que en cuanto sienten uno entran en celo y muchos de ellos pierden el control fácilmente. Su voz de mando tampoco podía ser resistida por ninguno, incluso alfas se sometían a ella, pero casi nunca la usaba. En resumen, era todo un enigma.

Tuvo una vida difícil, abandonado a los seis años cual desecho, tuvo que luchar por sobrevivir y la vida en la calle endurece a cualquiera, odiaba el contacto físico, incapaz de sentir algo, hasta parecía que carecía de sentimientos, un ser totalmente complejo, no sentía apego a nada ni a nadie, pero como en todo siempre hay excepciones y la excepción para Gustabo era Horacio.

Desde que lo conoció cuido de él, lo protegió de todo y de todos, crecieron juntos y era por el único por el que sentía cariño, para él era más que importante, extremadamente posesivo de su "hermano" aunque le gustaba fingir que no era así.

El menor Horacio, era el otro extremo, pero en todo sentido, era un chico castaño, de ojos cafés hermosos que reflejaban luz, dulzura, alegría, más alto que su "hermano", tenía un rostro dulce, y una figura que volvía loco a más de un alfa, era un omega pero no cualquier omega, si bien era extremadamente dulce, este era fuerte, poco sumiso, y como no, Gustabo se encargó de volverlo así, para que nadie se aprovechara de él, muy extravagante, romántico a mas no poder, lo que más necesitaba era cariño y como no si él era un osito de peluche, aunque si se enojaba otra era la historia, muchas veces se dejaba llevar por sus sentimientos, cosa que a Gustabo le molestaba, puesto que consideraba eso una debilidad. Amaba con locura a su "hermano" y lo seguía a donde este fuera, extremadamente celoso del rubio, detestaba que le preste atención a alguien más, aunque sabía que muchas veces era solo por amabilidad se sentía muy mal.

Tuvo al igual que Gustabo una vida dura, su madre lo abandono a los 10 años y su padre se sumió en el alcohol haciéndole la vida imposible, no le quedo más que huir de casa y arreglárselas en la calle junto con su "hermano", siempre dependió de éste, se refugió en él incluso mucho antes que su madre se fuera y de alguna forma Gustabo también lo hizo. Aprendió a ser fuerte, a defenderse y si no podía ahí estaba su "hermano" capaz de matar a cualquier por él.

Poseía gran destreza física y una gran puntería, pero al contrario de su "hermano" con solo hablar muchas veces los demás se cabreaban y se metía en problemas, en resumen, era un busca pleitos.

Su aroma era algo muy dulce, demasiado delicioso por lo que, durante su celo, Gustabo sin falta lo protegía, pobre el que se le ocurriese siquiera intentar algo. No había nadie en él mundo en que confiara más.

Si bien llevaba poco tiempo conociendo al Superintendente no tardó mucho en cogerle un gran cariño para él era como su padre, y aunque no le gustaba al super que le dijera papá en el fondo consideraba a Horacio su pequeño cachorro, también Gustabo lo era, pero Horacio despertó en él ternura.

DestinadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora