Capítulo II - Protector

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Llevaban ya un tiempo en la policía, aun eran alumnos pero estaban más que seguros que eso no tardaría en cambiar ya que eran demasiado buenos para su trabajo, especialmente Horacio el cual se consideraba un héroe, claro un héroe bastante arrogante, su hermano de crianza y mejor amigo era más humilde si bien no era tan bueno con la puntería tenía un don que pocos posen, el don de la palabra, con simplemente hablar conseguía lo que le daba la gana, Horacio se refería a eso como su pico de oro.

El superintendente estaba orgulloso de su "cachorro", pese a ser un omega era mucho mejor que muchos alfas, daba la talla la verdad, el que le preocupaba un poco era el mayor veía en el un potencial peligro, si bien dejaba al super que le dé órdenes, el resto de sus superiores no podían, simplemente los mandaba a tomar por culo por así decirse, la disciplina no era algo que vaya con él y eso ya era un problema. Otra cosa evidente en el rubio era lo manipulador que podía llegar a ser, aunque le pese también había llegado a ser manipulado alguna vez por él, en resumen, era alguien de cuidado, pese a eso lo protegía demasiado para el gusto de sus comisarios.

Desde el principio y pese a ser ambos alumnos, seguramente por petición del mayor al superintendente ambos patrullaban o algunas veces lo hacían con él, probablemente la razón era que el rubio no quería a ningún otro a lado de su "hermano", cosa que como era de esperar el super acepto sin más. Las primeras veces patrullaban los tres, especialmente para poder enseñarles algunas cosas a los muchachos, después patrullaban solos, pero lo hacían muy bien, para ser ambos alumnos eran más eficientes que muchos oficiales de la maya por lo que no tardaron en despertar envidia en algunos de sus compañeros.

Por petición del super Horacio estaba más que obligado a usar supresores, porque había varios alfas en la maya, no solo con la intención de evitar distracciones en el trabajo sino que muchos de ellos eran unas bestias por decirlo de alguno forma, por lo que su protección era lo primero que le importaba, además de estar seguro que si alguien le tocaba un pelo su "hermano" reaccionaria de inmediato y de mala forma.

Pero hasta qué punto era protector Gustabo con su "hermano", pronto lo averiguarían y no de la mejor forma. Después de evaluar el desempeño de los muchachos estaba decidido a que ya era tiempo de ascenderlos a oficiales, se lo merecían, era como cualquier otro día de trabajo o al menos eso parecía, antes de terminar su jornada los dos chicos fueron llamados a la oficina del superintendente quien estaba acompañado de sus dos comisarios.

G: para que somos buenos abuelo

C: ¿cómo me has llamado capullo?, alguien está pidiendo a gritos la porra ¿no?

H: digamos Super

C: hay algo importante que tengo que hablar con ustedes dos, después de una evaluación he decidido que ambos sean ascendidos a oficiales.

G: ya era hora si ambos somos buenísimos, además tiene que reconocer a un héroe, ¿a que si Horacio?

V: señor Gustabo por favor

H: el puto héroe de esta ciudad y el comisario es testigo de ello

C: si siguen hablando les juro que me retracto y a tomar por culo los dos

G: como le cuesta reconocer el buen trabajo

C: pero que crees que estoy haciendo

G: si pero muy soso, le falta un "buen trabajo Gustabo", no pido nada mas solo eso

C: no me digas, ¿y qué más? un abrazo mariconetti y que nos hagamos las pajas

G: no que va, si me va a pegar el olor a viejo que se carga

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