La noche de la muerte de Nouron y Helena (los verdaderos padres de Arguell), ellos habían pasado los últimos treinta minutos de su vida alimentando a su manada de Ánses Pardos, y aunque la comida para éstas criaturas solo se conseguía fuera del reino, no les costaba nada ir volando montado en alguno de ellos y buscarla. Nouron era un hombre fornido y enorme, de manos grandes, tenía el cabello largo y una barba que cortaba cada un mes. Y Helena era una mujer medianamente pequeña, ya que era hija de un enano y una fuerte vikinga, por lo cuál fue muy burlada por los guerreros del pueblo, ya que todos creen que vikingos y guerreros son exactamente lo mismo, pero sin embargo, cabe recalcar que los vikingos son mucho mejores, ya que: pelean mucho mejor en los combates, son mucho más ricos que los guerreros, tienen un ejército mucho más grande y cuentan con los recursos necesarios para derrotar un imperio en su totalidad sin perder ningún solo hombre. Así de fácil, pero bueno, creo que nos salimos un poco del tema.
De repente apareció Omrom, el sirviente del rey, parecía bastante agitado, eso era obvio, ya que había corrido sin parar las tres millas que había entre el palacio y la pequeña casa de la pareja. Dentro, el bebé de Nouron y Helena descansaba tranquilamente en su nueva cuna azul.
—Señor y señora Craig, el rey Andrómaco Strong quiere hablar con ustedes urgentemente—. Dijo a Nouron y Helena, luego se agachó y puso las manos en las rodillas para retomar el aire.
—¿Y que es lo que necesita?—. Dijo Nouron. Ellos eran, de alguna manera, los ayudantes del rey, ya que por su experiencia en dragones, Andrómaco los contrató para recibir y cuidar a todos los que llegarán al reino heridos, hambrientos y lastimados, luego los entrenaban y domésticaban. Después recibían una gran recompensa en oro por sus servicios.
—No lo sé, sólo me dijo: «Manda a llamar a Nouron y Helena, es urgente, algo terrible a pasado», pero no me dijo qué.
Los dos se miraron preocupados. El rey jamás (y miren lo que les digo), jamás los había citado por alguna urgencia, porque siempre los resolvía él mismo, sea grave o no, ya que tenía el carácter suficiente para poner las cosas en su lugar. Y ese repentino llamado hacía sospechar bastante.
Después de que Omrom se fuera, Nouron y Helena se sentaron a meditar si ir o no ir al palacio. Por un lado creían que estaba mal dejar al rey sólo con sus problemas, pero por otro lado era un poco extraño... no, un poco no, muy extraño. Pero de ultima no les quedó otra que caminar hasta el palacio para ver que estaba pasando, pero decidieron llevar sus espadas, por si acaso.
El lugar era enorme: trescientas habitaciones, veinte cocinas, treinta baños, un comedor grandisimo y un vestíbulo principal que ocupaba casi dos millas completas. Pero ellos no debían ir a ninguno de esos lugares, sino a la sala real, el lugar donde el rey trata todos los asuntos relacionados con el reino. La gran sala estaba a oscuras, pero con alguna que otra vela encendida.
Nouron hizo un gesto de silencio con el dedo índice a Helena y empuño el mango de su espada, preparado para cualquier tipo de ataque, porque sabía que seguramente alguien saldría para combatir, la oscuridad y la soledad del palacio eran pruebas suficientes de que algo no andaba bien. Giró el brillante picaporte, abrió la puerta lentamente, y... nada, además de los muebles perfectamente ubicados todo estaba vacío. Nouron dio la señal a Helena de que pase, mientras él inspeccionaba todo. De repente, un ruido se escuchó dentro del único armario que había en el lugar, y el hombre, sin pensar, camino despacio hasta el rincón donde estaba parado el viejo mueble, y de un golpe abrió la puerta del pequeño armario. Dentro, estaban el cadáver del rey Andrómaco y Omrom atado de pies a cabeza a su lado, sin poder moverse. Nouron desató las sogas de sus manos y le quitó el pañuelo verde que tenía en su boca.
—¡¿Qué acaba de pasar aquí?!, ¡¿por que el rey está muerto?!—. Le preguntó gritando, pero susurrando al mismo tiempo.
—Salió todo mal. Fue mi culpa, no me di cuenta que era él. Deben irse, váyanse antes de que sea tarde—. Omrom parecía muy asustado.
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El domador de dragones
FantasyUn bebé fue encontrado por el rey Laur Strong oculto en una cesta a orillas del río Ravenger, sin ropa, comida y dinero. El soberano, al no ver a alguien que lo asista, y sin saber quiénes eran sus padres, decidió llevarlo al palacio para criarlo co...