propuesta involuntaria

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Kaori, ese fue el nombre que me destinó mi madre, misma quien se vio golpeada por la dura realidad de fallecer tras batallar durante cinco años contra el fastidioso cáncer, despidiéndose de mí en medio de un frío y soleado atardecer de otoño que parecía ser el escenario perfecto para unas últimas palabras entre madre e hija. Tras ese día, seis años después, he logrado continuar con mi vida en la ciudad de Tokyo, Japón, conviviendo con mi tia y su hijo, quien a su vez es mi primo, su nombre es Zenko, originario de esta tierra pero con raíces canadienses puesto que su padre era proveniente de Toronto.

Durante toda mi vida, incluso antes de la pérdida de mamá, mis cercanos me describían como una chica responsable, inteligente y con un futuro prometedor, pero cada vez que yo escuchaba tales palabras algo dentro de mí me decía lo contrario, la angustia y la inseguridad se apoderaban de mí y el desinterés ante todo lo que añoraba se desvanecía como una burbuja en medio del mar. Para mi nunca fue fácil aceptar la pérdida de la mujer más importante en mi vida, el solo hecho de imaginarme el resto de mi vida sin ella me azotaba el corazón y alteraba mí circuito sanguíneo.

Mi tia, la hermana mayor del matrimonio era una mujer dedicada a la cocina, trabajando en su propio local de comida ubicado en una zona excéntrica de Tokyo, destacándose por sus deliciosos platos y postres, siendo reconocida a menudo por quien cruzara la puerta de su recinto. Zenko era su único hijo, tenía casi veinte años y es uno de los mejores estudiantes de medicina en su universidad, atlético, con agradable apariencia; podía tenerlo todo y más si se lo proponía, pero era algo perezoso, desinteresado cuando le era conveniente, parecido a mí.

Actualmente participo en el taller de ballet que imparte la escuela, a eso de las cuatro de la tarde los días martes y jueves, aprovechando los sábados para practicar. Tenía o más bien tengo una vida normal, nada fuera de lo común; pero bastante cómoda, nada exigente, pues tenía todo lo necesario para ser feliz como un conviviente más en la famosa tierra de Japón.

El famoso y frío invierno en Tokyo penetraba mis huesos de camino a una cafetería, buscando alguna bebida caliente que lograse apaciguar la leve hipotermia que golpeaba mí debilucho cuerpo, durante el trayecto, mis ojos se cruzaron hasta llegar a dar con un lugar, corriendo en medio de la calle hasta llegar a la puerta de entrada, metiéndome velozmente y siendo observada por gran parte de las personas que se encontraban consumiendo en el local. Inmediatamente bajé mi perfil y con una sonrisa algo avergonzada caminé hacia la caja en donde una joven chica me recibió con gusto.


- Buenas tardes, ¿Desea algo? - Alcé la vista, asintiendo ahora más segura que antes, apuntando con mi dedo el cartel en donde salía escrito el nombre y el precio de un café que suelo beber. La castaña registró mi pedido y tras pagar me hice a un lado para darle la oportunidad a otros que deseaban comprar igualmente.


Tomé mí teléfono celular para chequear mensajes, revisando fugazmente instagram, twitter y así lograr dar con una noticia que hace un par de días se estaba haciendo tendencia especialmente en Tokyo ''cientos de personas desaparecidas sin motivo o razón alguna'' accedí al link para leer la información de la noticia dictada por un famoso sitio web de la zona y la única información disponible era que la policía estaba trabajando en investigar los paraderos de las personas pero que no había ningún rastro o forma de localizarlos, el texto finaliza con una frase que dejaba bastante en qué pensar ''¿la policía oculta información al respecto? pareciera ser que la situación se les ha escapado de las manos''.

Revisé otro link en donde la información era prácticamente la misma, como si se hubiesen dado el mísero trabajo de copiar y pegar la información desde una misma fuente y proclamarla como ''novedades'' respecto al caso, pero la realidad era que no había absolutamente nada nuevo sobre los casos de gente perdida en la gran ciudad. De fondo, escuché a un grupo de escolares que hablaban respecto al tema, mencionando incluso de manera irónica la existencia de ovnis, limitándome tan solo a sonreír ante la conversación y segundos después mi nombre se escuchó por medio del micrófono del lugar.

Double deal - Sukuna/Itadori Yuji y túDonde viven las historias. Descúbrelo ahora