Calypso

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Hola. Antes de leer deben saber que ya no me acuerdo cómo era el lugar donde estaba Atlas, hace bastante que leí La Maldición del Titán y solo la releí una vez ¿Porque? Por todo el dolor...y porque no está Annabeth.

Decidí esperar en la cabaña de Hefesto. Quería decirle a Leo las noticias, era momento. Estaba hablando con sus hermanos. Me gusta como se llevan, siempre trabajan en equipo sin importar que tan diferentes sean, supongo que porque no pueden pelear cuando todos piensan lo mismo sobre máquinas. Mi vista se empezó a nublar por un extraño humo azul, una sensación de vértigo me invadió y todo se volvió negro.

Desperté en una cueva, como dentro de una montaña. No tenía fuerzas pero eso no me sorprendía, desde hace casi dos meses estoy débil tal vez no tanto como en ese momento pero me he estado debilitando. No le había dicho nada a Leo, sabía que si le decía el se culparía y primero debía completar el proceso. Había una cadena que me sujetaba a una pared y hacia frío. Una figura de alguna persona estaba enfrente de mi, no podía ver su cara por qué estaba oscuro pero sus ojos eran un azul frío. Cuando me vio movió su mano haciendo un señal.

Todo se volvió negro...otra vez.

Está vez desperté en la misma cueva pero note que enfrente de mi estaba un hombre arrodillado, en su espalda una gran roca de un color azul-gisaceo. Aún con la gran roca se mantenía imponente...tal y como lo recordaba.
- Padre.
- Calypso, mi fiel y querida hija.
- ¿Que estoy haciendo aquí?
- Necesito tu ayuda, hija mía. Llevo milenios cargando esto pero ahora me puedes ayudar. Eres una titán, Calypso. Muy poderosa pero los dioses no dejan que uses tu poder, reclamar lo que es nuestro por derecho. Primero estuvimos nosotros, hija.
- No cargaré tú castigo por ti.
- No te estoy pidiendo eso.
- ¿No quieres que cargue el cielo?
- Bueno si, pero solo para que yo pueda derrotar a los dioses. Después los obligaremos a cargar con esto. ¿A qué dios odias más? ¿A Zeus? El te encerró en esa isla. ¿A Afrodita? Ella hizo tu vida amorosa un desastre. Tu puedes elegir.

Me quedé callada. Su oferta era tentadora pero había algo que evitaba que yo aceptará. Leo. Tal vez mi relación con los dioses no era la mejor, tal vez me lo merecía, tal vez no pero si yo apoyaba a mi padre en esto Leo moriría. Lo estaría traicionando, a él y todos en el campamento que me aceptaron.

- No.
- ¿No?
- No padre. No traicionare a mis amigos.
- ¿Los haces por ese hijo de Hefesto? Te abandonará Calypso. ¿Crees que no le molesta que preguntes por todo lo que ves en la calle? ¿Crees que confía totalmente en ti? Piénsalo bien.
- No. No lo haré
- Puedes dejar a Valdez vivo o al crío de Poseídon, puedes obligar a Hades a traer a los otros. Elegir amarlos o torturarlos por lo que te hicieron, tener el poder.
No respondí. Empeze a planear una manera de salir de aquí.
- Tienes dos días para pensarlo. Debes elegir antes de volverte mortal, una decisión terrible.
Y todo se volvió negro. Aun estaba despierta o al menos mis sentidos, era como estar despierta pero con los ojos cerrados. Sabía que estaba viva pero dormida.

Leo vendrá a rescatarme. El sabe lo que hace. ¿Verdad?
































Leo
No tenía ni idea de que estaba haciendo.

Un Año Más en la Vida de un SemidiosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora