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- ¿Cómo se siente estar solo? - Levanté mi rostro y observé al niño parado frente a mi.

- ¿Se siente mal? - Respondí.

- ¿Ya no lo recuerdas? - Dejó caer la pelota roja que sostenía y se acercó. - ¿Por qué lo olvidaste? - Sus preguntas me aturdian.

- No...

- Lo olvidaste.  ¿Por qué? - Sus ojos me recordaban al espejo de mi cuarto. - ¿Por qué lo olvidamos, Sehun?

Abrí los ojos y descubrí mi habitación en silencio, Bohyun se había llevado la radio que me comunicaba con el cuarto de Jae.

Me levanté y mi lengua golpeó la zona sensible de mi mejilla, estaba seguro de que había moretón allí. El espejo del baño solo confirmó lo que ya sabía, pero le agregó al panorama el corte en una de las esquinas de mi boca. El impacto había sido fuerte o mi cuerpo era muy débil.

Eran las cuatro de la mañana, todos estaban durmiendo, mi hijo y él. Busqué en mis bolsillos y rescaté el fragmento de papel que Chanyeol me había dado, tenía su número y una pequeña frase. Saqué de su encierro el aparato que tanto había ignorado; era el momento de que me enseñara los beneficios que tenía cargar con algo así diariamente y por qué era tan importante para la gente.

Seguí las instrucciones que venían en un pequeño papel doblado y agendé el número. Una llamada sería muy ruidosa, así que decidí enviarle un mensaje para probar la eficacia del celular.

- Es muy temprano... - Miré el reloj digital que estaba en la parte superior de la pantalla.

El celular vibró de forma continua, Chanyeol estaba llamando.

- ¡Sehun! - Su voz me hizo abandonar la cama.

- Chanyeol...

- ¿Cómo estás? - Intentó mantener la compostura. - ¿Todo está bien? - Se oía forzado.

- Bien.

- ¿Él está contigo? ¿Cerca?

- No, debe estar dormido.

- ¿Cómo te sientes?

- Bien.

- Por favor, no me oculte nada. ¿Te hizo algo?

- Discutimos. - Cubrí el parlante por unos segundos y fui hasta el baño, quería estar en completa soledad.

- ¿Te dijo algo malo?

- Como en cualquier discusión, pero yo...

- ¿Qué?

- Le dije lo que pasó con nosotros.

- Yo también le dije que te amo. - Guardé silencio y finalmente lo solté.

- Le dije que estuvimos juntos en... tu habitación, es decir, él me lo gritó y no se lo negué. - Podía escuchar su respiración y los pasos que daba en algún cuarto de su casa.

- ¿Qué sucedió después de eso?

- Estoy en mi habitación desde entonces.

- ¿No intentó nada?

- No. - Si no puedes verme todo estará bien y podré esperarte cuando visites a Jae. - No esta vez.

- Iré a verte. - No me dejará salir; miré hacia la puerta.

- Puedes venir a ver a Jae, no puede evitarlo, es tu sobrino.

- No, no puede. - Sus pasos se detuvieron. - Pero sí puede evitar que nos veamos. ¡Bastardo!

- No confrontes con él, puede privarte de ver a tu sobrino.

- No debí llevarte. - Ya no hablaba conmigo. - Estabas mejor aquí. ¿Por qué te dejé ahí?

- Porque Jaehyun estaba solo y no podía dejarlo. - Mi cuerpo sale y se detiene frente a la puerta de mi bebé. - No puedo...

- Siempre piensas en los demás. ¿Cuándo será tu turno?

- Es un niño.

- Si eres un prisionero no puedes ayudarlo.

- Pero si lo dejo solo tampoco. Entiendeme, si me voy... nunca podrás volver a verlo...

- Puedo. ¡Tengo derecho!- La seguridad en su voz era lo que tanto me faltaba.

- Pero yo no... - mi garganta se ahogó- si me voy contigo  no podré verlo nunca más y... te meteré en problemas. Cualquier abogado puede utilizar nuestra relación para ensuciarte.

- No voy a permitirlo. Ninguna manipulación barata me separara de ti.

- Ahora no puedes verlo pero es lo que sucederá. - Si no cortaba iba a ahogarme en lágrimas.

- No pienses en eso. En unas horas estaré ahí. - Suspiró. - Saldremos un momento con Jae y olvidarás toda esta locura. No voy a dejarte.

- No es locura... - El picaporte de la puerta se movió. - Tengo que irme, te amo. - Colgué y escondí el telefono debajo del colchón.

- ¿Despierto en la oscuridad? - No lo miraba; el perfil que estaba herido no estaba a su alcance. - ¿Duele? - Volteé y vi el la bolsa de hielo que tenía en sus manos. - Tu labio... - Entendía su extrañeza, sobre todo porque ni yo podía entender el dolor que flotaba por mi mejilla.

Dejó la bolsa en la mesa de luz  y sacó un bolso del armario; al asar comenzó a tomar ropa y la arrojó dentro, incluso puso algunos calzados. Desde la cama, yo solo observaba y espera cualquier cosa después de lo que había sucedido. Simplemente permanecí en silencio, hasta que su accionar se detuvo.

- Ve al garage, Jaehyun está en el auto. - Tomó el bolso y fue hasta el baño. Mi mente comenzó a divagar y, una vez más, los peores pronósticos llegaron a mí. - Nos vamos. - Tomó mi brazo, me llevó por el pasillo y bajamos las escaleras; en las paredes ya no estaban las pequeñas polaroid de Jaehyun, solo quedaban espacios vacíos y adornos que no significaban gran cosa.

- ¿Qué pasa... - Articulé cuando lo vi arrojar todo al baúl del auto. - Bohyun...

- Un viaje temporal o una mudanza. Todo depende. - Jaehyun gritó cuando me vio afuera y entré, su sillita estaba mal puesta y los cinturones apretaban sus piernitas.

Bohyun cerró la puerta de mi lado y, cuando ocupó el suyo, colocó el seguro.

- ¿Por qué... - Él arrojó un peluche hacia atrás y encendió el auto.

- Ya te lo dije.

El terror invadió mi cuerpo cuando mi celular terminó en la guantera, junto al suyo.

- Nunca lo usaste, pero a donde iremos será necesario. - Su atención estaba en el frente. - Ojalá no esté roto, porque debajo del colchón no es un buen lugar para guardarlo.

- ¿Dónde iremos?

- De vacaciones.

- Jaehyun tiene su jardín.

- Le enviaré un correo a la maestra, cuando todo esté aclarado... Estaremos en familia. Puede que lo cambie de escuela.

- Eso es muy apresurado.

- Es joven, hará nuevos amigos.

- Esto es una locura...

- Soy su padre y tú esposo, eso es todo lo que tengo para decir.

No podía ser posible.

Me recosté por el asiento y acaricié la cabeza de Jae que estaba dormido. Entonces, la realidad ya había llegado hasta mi. ¿Cuánto planeaba destruir en mi esta vez?



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