POV JEAN
Cerré la puerta de la entrada y me dirigí directo a la cocina, estaba bañado en sudor; había salido a correr hace más de tres horas, tres horas en las que había estado reflexionando en absolutamente todo, hoy por fin era el partido. Y estaría dispuesto a ganarlo como fuese posible.
No sabía qué clase de magia negra me había hecho Darían, pero había logrado diversas cosas, había hecho que me enamorara de ella, luego había hecho que la deseara como a nadie, y por último. Sus masajes, esos masajes que me ponían como una bestia me habían ayudado bastante, mi espalda aún seguía con el hematoma, sí. Pero ya no me dolía, es como si estuviese perfectamente y nunca me hubiese golpeado, mi humor había subido, los chicos y yo no tendríamos que asistir a clases, el entrenador nos necesitaba con energías, y por ese motivo había hablado con el director del instituto para que nos dejase quedar en casa, teníamos que dormir bien y comer bien. Hoy era un día muy importante para mí.
Este sería un partido realmente importante, no podía perder, no podía dejar que me derribaran, no podía lastimarme, y lo más importante. No iba a hacer el ridículo, no ahora que Emma vendría a verme, más que nadie tendría que esforzarme.
Ganaría ese partido, por ella.
Cada anotación de ese mald*** juego iba a dedicárselo a ella, quería que se asombrara de mí, quería que me viese triunfar. Cada partido que había jugado en el último año desde que la había visto, había estado mirando a todos lados de las grandes gradas, solo esperando a que ella estuviese ahí para verme. Aunque eso nunca sucedió.
Hasta ahora.
Ya despejando mi mente, me fui quitando la sudorosa camisa blanca que tenía mientras me dirigía a la cocina. Pero cuando entré me di cuenta de que no me encontraba solo, Darían se encontraba hablando animadamente con un hombre, que por lo que tenía entendido era su padre, a penas entre en la cocina ambos se quedaron mirándome de una manera extraña, no podía creer que Darían y su familia vivían en mi casa, eso era realmente loco. Algo que definitivamente, jamás me hubiese imaginado.
-Buenos días, joven- Dijo el hombre, mientras yo me acercaba a la nevera para tomar una cerveza.
-Buenos días, señor- Respondí con toda formalidad. -Darían- Dije mientras la miraba fijamente, ella por su parte bajo la cabeza intentado evadir mi mirada.
-Veo que ya no te duele la espalda- Musitó bajito.
-No sé qué me hiciste, en realidad no lo entiendo- Dije con doble sentido. Refiriéndome a lo que yo sentía por ella.
-¿Listo para el juego de hoy?- Preguntó evadiendo mi anterior comentario, mientras yo solo me quedaba hipnotizado una vez más por su belleza, lucia más hermosa que ayer, y también había notado un poco de brillo labial en sus labios, y más resaltados sus ojos. Yo no era la clase de persona que nota esos detalles, Pero jod**, era Darían de quien estábamos hablando. -Han dicho que no vendrás a clases hoy, por que tendrás entrenamiento antes del juego-
-Yo siempre estoy listo- Repliqué. -Tenemos que estar muy bien preparados, será el primer juego de la temporada-
-Te deseo suerte- Dijo Darían mientras se paraba de la encimera, me sorprendió verla abrir el grifo y ver como lavaba el vaso mediano en el que estaba tomando su zumo de Naranja. Esa mujer era tan sencilla.
-Yo tengo que irme, es tarde y mi esposa no ha despertado y no quiero que pierda su trabajo, me había dicho que estaba enferma pero no quiero que piensen mal y ocurran malos entendidos- Esta vez fue la voz del señor Rojas.
-Mi madre no la despedirá, señor Rojas- Hable para que no se preocupara, mi madre sabía que necesitaban el trabajo, y con el grande corazón que tenía sabía que no iba a despedir a la madre de Darían. -Pero creo que sí, debería ir por su esposa, es mejor que se asegure de que se encuentra bien- Jod**, solo era una simple excusa para que se largara de la cocina y me dejara a solas con Darían.