POV DARIAN
Escuche un leve carraspeo, y entonces Jean y yo nos separarnos al mismo tiempo aturdidos. Mi mirada se dirigió a la persona que se encontraba recargando su hombro en el umbral de la puerta.
Jod**
Mis mejillas se pusieron instantáneamente rojas, sentía mi cara arder y la vergüenza hizo que bajara mi rostro, por otro lado Jean solo se sentó en una de las sillas y puso sus codos en la encimera, pude notar que aquella persona se adentraba en la cocina y se dirigía a el grifo y se servía un vaso de agua. Por primera vez después de que supiera que había alguien más en la cocina me atreví a mirar a Jean, el parecía estar completamente normal, pero también podía ver algo de incomodidad ante sus ojos; la mujer se sentó justo enfrente de donde Jean estaba sentado, yo por mi parte aún seguía de pie sintiéndome terrible.
-¿Y bien..?- Dijo mientras tomaba agua. -¿Quién de los dos hablara primero- Cuando escuche su voz pude notar que no estaba molesta, la manera de caminar y la manera en la que nos miraba a ambos daba escalofríos eso estaba seguro, pero de ahí a actuar como su estuviese enojada no era igual.
Sabía que ella era una mujer exasperarte, inteligente y sobre todo hermosa. Era autoritaria, sí. Pero jamás irrespetuosa y mucho menos sería capaz de hacer un escándalo; y esas eran las razones por las cuales exactamente yo me sentía apenada, de alguna manera creía que ella llevaba una buena visión de mí y de lo que soy.
-Darían..- Dijo Jean. -Podrías dejarme solo con Mamá- Frunció el ceño algo incómodo, no quería dejarle solo pero solo opte por asentir con la cabeza y dar la vuelta para dirigirme a mi cuarto de una buena vez y dar por terminado el día.
Cuando me di la vuelta escuche hablar a la tercera persona que se encontraba en la cocina.
-Buenas noches, Darían- Dijo la madre de Jean, la voltee a mirar y ella me sonrió de una manera comprensiva algo que de alguna manera me hizo saber que no estaba enojaba conmigo.
-Buenas noches, señora- Contesté formalmente y salí de inmediato de la cocina.
Subí lo más rápido que podía hasta mi cuarto, llegué abrí la puerta y la cerré rápidamente, me tumbé en mi cama haciendo que mi cara impactara contra el suave y acolchonado donde dormía hace ya exactamente tres meses.
Cuando lo hice, me pregunte que estaría pensando Sandra León en este momento, la madre de Jean siempre se había comportado como una persona de su clase alta, sin embargo a veces había podido notar ciertos rasgos de superioridad en su personalidad y en cuanto trataba a sus hijos. Mi madre me había contado que Sandra había tenido una etapa dura hace poco tiempo, y cuando hablaba de etapa dura se estaba refiriendo a Jean, para Sandra el que su hijo comenzara a fumar y drogarse no era fácil, ver que llegaba tarde mientras ella lo esperaba por horas y horas tampoco era fácil, mi madre dijo que Sandra se había referido a eso como "La época oscura de Jean" y aunque sonaba algo gracioso, se veía algo sumamente serio, ella temía que su hijo volviese a las andanzas malas, y decía que hacia lo posible por tener a Jean contento por lo menos hasta que entrase a la universidad, ella tenía miedo al rechazo, tenía miedo de que su hijo llegase a ignorarla y la dejase abandonada, mientras mi madre me contaba todo aquello, me pregunte a mí misma el por qué Jean había tenido esa etapa en su vida, quería saber mucho más, pero preguntarle sobre su vida no era algo que me apeteciera mucho. Hasta ahora lo estaba conociendo más a fondo, sabía que Jean era una persona muy reservada y también sabía que el que yo le preguntase por su vida privada le molestaría, así que por el momento optaría por esperar, esperaría a que él quisiese decirme lo que le había pasado en esa época oscura como le llamaban.
Por otro lado, en cuando a mi pelea con Madeleine había sido de lo más épica, aun recordaba aquel suceso y me daban ganas de estallar a carcajadas, la cara que había puesto cuando nos llevaron hasta la oficina del director había sido épica, sus cabellos estaban revueltos y su cara rasguñada, al igual que la mía claro pero la ventaja era que agradecía de que mañana fuese viernes y así poder renovarme el fin de semana, mi ojo aún seguía morado pero había logrado deshincharse un poco más y mi cara rasguñada por varios lados, seguramente no me quedaría cicatrices o eso esperaba.