Veo la luna y me embarga una gran nostalgia, siento el latir de mi corazón, la sangre pasa por mis muñecas. Otra noche de luna llena sobre el horizonte pleno, despejado, sin una nube que perturbe el espacio que con imponencia el astro menor se ha ganado, afuera en el cielo y dentro de mí palpitando.
Trabajo a mi antojo y justamente por ello es tan escaso lo que hago, aunque en mi perspectiva es mucho el tiempo que aparto para pensar en nuevos proyectos y es incontable el número de historias que guardo, todas expectantes a que llegue el momento de plasmarlas en papel ven sus deseos frustrados cuando decido, atraído por una nueva idea, aplazar su paso a lo mundano.
–¿Quieres salir a tomar algo? –Dice Luse asomándose por la puerta.
–¿A qué te refieres con «algo»? –lo miro de reojo y puedo ver en la comisura de sus labios una tímida risilla disimulada –¿No te parece mejor usar un ordo? Pide una cena sencilla.
–La semana pasada solicitamos un ordo –entra al cuarto y de un tirón cierra la cortina –¿Piensas pasar Nochebuena en casa mientras tu padre se codea con grandes figuras en un banquete?
–Sí. –digo sin el menor interés de satisfacer sus pretensiones de aventura.
Luse con su rostro juvenil y su actitud cálida no daba pista de su profesión, podía escandalizar a más de uno al relatar con total naturalidad como tomaba cadáveres en sus manos a diario. La ciudad no era la más peligrosa, pero él solía buscarse el trabajo, a menudo suplía compañeros e indagaba casos cerrados con tal de alimentar su instinto detectivesco.
–Sabes que él no se molestara si asistimos, podemos tomar una copa de champaña viridi y pasar un buen rato junto a los hijos de los honorables, en lugar de estar encerrados aquí, en tu aburrido escondite en Tierra verde.
––le lanzo una mirada socarrona y él suelta una carcajada-.
–Enserio piensas que iría sin ti, después de todo soy tu único amigo y no quiero tu cabeza como adorno en una estaca, eso sería un final poco coherente siendo quién eres... aunque viviendo en esta zona no me extraña que algún solitario desadaptado se apareciera en medio de la noche... espera, ese eres tú –me mira fijamente y lanza otra carcajada sonora.
El pedido no tardo, Luse extendió los brazos, desajusto el paquete del dron y entro a casa emocionado.
–¿Qué ordenaste? –digo con desconfianza al ver el gran tamaño del envió-.
–Solo un poco de emoción embotellada –exclama victorioso levantando una botella de champaña viridi-.
Cenamos y hablamos de los dilemas del deber civil, bebimos y emprendimos la construcción de un estado ideal cual Sócrates, embriagados las palabras no faltaban y yo solía ser más cordial con él cuando esto sucedía. Era el único amigo que conservaba, tan extraño y diferente, hacia un buen equipo conmigo, pero ya era momento de despedirse, aquella noche era su ultimo día viviendo en la ciudad, mi casa quedaba a unos cuantos kilómetros, aun así, con maletas en mano había tocado a mi puerta excusándose por no habérmelo contado antes.
Su teléfono sonaba mientras aun estábamos tendidos en el suelo, a través de las ventanas la luz de un vehículo se filtró y supimos que era el momento. Con unas palmadas en la espalda me despedí y estrechándole la mano le entregué una bolsita transparente.
–¿Quieres drogarme? ¡vaya sorpresa! –ve el trébol de cuatro hojas en el interior y sube al auto –adiós adicto al pensamiento, recuerda bajar la mirada, déjales el cielo a los astrónomos que lo tuyo es la escritura.
–Cuídate Nancy Drew –el auto se pone en marcha y lo sigo con la mirada hasta que la oscuridad se lo traga por completo-.
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Ordo: sistema automático de despacho de alimentos.
Champaña viridi: Champaña costosa de color verdoso.
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Likaha: El reino de los hongos. [Borrador].
FantasyHefrent (Húkefrent bellator mafarkin) es un joven de 23 años que vive en Tierra Verde un apacible pueblo suburbano lleno de naturaleza y comodidad. Después de un evento detonante será acompañado por un grupo de aliados para luchar contra el régimen...