Prologo

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El sol se ocultaba tras las montañas, tiñendo el cielo de un rojo oscuro. Aome estaba de pie junto al pozo, con los brazos cruzados y la mirada fija en el suelo. Su rostro estaba marcado por la frustración.

-¡Estoy cansada de todos ustedes! -gritó, levantando la cabeza para mirar a sus amigos, sus ojos estaban llenos de ira-. ¡Los odio! No soporto más esta situación.

Inuyasha se acercó, su expresión era preocupada.

-Aome, ¿qué estás diciendo? -preguntó, con la voz entrecortada-. ¡Te necesitamos aquí!

Aome rió con desdén, sus labios se curvaron en una mueca.

-¿Necesitarme? -repitió, alzando una ceja-. ¿Eres un tonto? Solo soy una carga para ustedes. ¡No les importo en absoluto!

Los demás se miraron, confundidos y heridos.

-Aome, no es así -intervino Sango, intentando calmar la situación-. Sabemos que estás enojada, pero estamos contigo.

-¡Conmigo! -Aome soltó una risa amarga-. ¡Como si eso importara! Ustedes no entienden nada de lo que siento. ¡Solo son un grupo de egoístas!

Inuyasha dio un paso adelante, su voz se tornó más urgente.

-Por favor, Aome, no digas eso. -Sus ojos mostraban desesperación-. No quiero perderte ¡Te necesito a ti!

Aome se burló, el desprecio en su mirada era evidente.

-¿Te necesito? ¡No puedo soportar estar aquí un minuto más! Todos ustedes me detestan. -Con una mirada despectiva, se giró hacia el pozo-. ¡Adiós!

Sin esperar respuesta, dio un paso adelante y se lanzó al pozo.

-¡Aome! -gritó Inuyasha, su corazón se detuvo-. ¡No puedo perderte!

Pero ya era demasiado tarde. Su figura desapareció en la oscuridad. El silencio se apoderó del lugar, y Inuyasha se quedó allí, paralizado, sintiendo que el vacío en su pecho se hacía más grande.

La vida sin Aome se convirtió en una pesada carga. Pasaron los días, y la luz se desvaneció de su mundo. Ya no comía, la comida se volvió insípida y sin sentido. Las risas de sus amigos sonaban lejanas, como ecos distantes en su mente. Se alejaba de todos, buscando un rincón solitario donde el dolor fuera más fácil de llevar.

Las noches eran interminables; se quedaba despierto, mirando las estrellas, sintiendo que el cielo lo ignoraba. El sueño se convirtió en un lujo, y cuando finalmente lograba cerrar los ojos, sus sueños eran oscuros, llenos de recuerdos de Aome y su risa. Pero al despertar, la realidad era aún más dura.

La tristeza lo consumía como un fuego lento. Se sentía vacío, como si ya no tuviera fuerzas para seguir luchando. Cada día se sentía más distante de sus amigos, más solo. La desesperanza lo envolvía como una sombra, y su corazón, marcado por la pérdida, no encontraba consuelo.

En esos momentos de silencio, el eco de la voz de Aome resonaba en su mente, y la culpa lo perseguía. "No puedo perderte", le había dicho. Pero ahora, todo lo que podía hacer era lamentar su ausencia, atrapado en un abismo de dolor que parecía no tener fin.

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Hola a todos, solo quería disculparme por no haber actualizado durante un tiempo tan largo. He estado pensando en la historia y he decidido hacer algunos cambios, espero que les gusten, creo que van a ser geniales.

Gracias por su paciencia y por seguir aquí. ¡Prometo que lo nuevo llegará pronto! 😸

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