Capítulo 3: Primer mensaje de Dios

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L, así fue como me dijo que lo llamara. Hasta ese momento no había vuelto a aparecer. Sentía que, a veces, me intenta hablar, pero yo lo ignoraba. Alguna vez quería oír su historia, ¿quién era? Nunca me lo había dicho.

   "No la aceptes". Su mensaje no me atraía confianza. Sentía que debía aceptar el regalo que Apolo me estaba ofreciendo. Pensé en "voz alta" en mi cabeza, "lo siento, pero estoy seguro que debo aceptar lo que Apolo me está entregando."

   Tomé la lira de sus manos.

—Este es un arma de doble filo. Puede ser tanto para proteger como para dañar, tú debes saber cómo utilizarlo. —yo observaba la lira con mucho detenimiento. Era de oro blanco, un material bastante usado en joyería. No… Esto no era oro blanco, el brillo lo delataba, era platino, uno de los metales menos comunes. Mucha gente los suele confundir, hasta yo. Nunca pensé que Hefestos usaría un metal tan poco común y fino. —Este instrumento se puede transformar en cualquier instrumento y arma de la antigüedad. Digo esto, porque no se puede transformar en ningún tipo de pistola, escopeta o cualquiera que se le parezca. Otra cosa que puedes hacer es cambiar su tamaño, así puedes llevarla a donde quieras en cualquier momento. Lo descubrí el otro día. —se sentía muy orgulloso de su descubrimiento.

   Pensé en convertir la lira a un tamaño más o menos pequeño, como para llevarla en el bolsillo o algo así. Esta empezó a brillar y se encogió. Era increíble.

   Después de eso me fui a dormir. Habían pasado muchas cosas, comenzaba una aventura en mi vida. Igual estaba emocionado, nunca había hecho algo así en toda mi existencia. Tenía que hacer lo mejor  posible, sin acercarme a mucha gente, claro. Esperaba no dañar a nadie en ese tiempo, era lo último que quería hacer. Los reyes antiguos siempre decían "la gente miserable, se queda miserable", esa era mi situación.

    Estaba todo muy oscuro. De la nada oí a alguien llamándome, despacio, pero constante. En el lugar oscuro se encendió una luz en mi espalda, volteé para ver qué era lo que sucedía. Tras de mí  había un hombre joven de cabello rubio y… Ojos azules profundo… ¿Un descendiente del rayo? ¿Quién rayos era?

   Él me miraba a los ojos directamente, su bigote rubio se levantaba mientras sonreía, ¿qué le parecería tan gracioso?

—¿Quién eres? Nunca te había visto en mi vida. ¿Y qué es este lugar?, está muy oscuro.

—¿Ya te olvidaste de mí, Paul? Soy yo, L. —¿el hombre que oía en mi cabeza? ¿Qué hacía ahí? —Sé que tienes muchas preguntas. Estamos en tu cabeza, en estos momentos estás dormido. Es el único momento en que podemos hacer contacto directo. Se podría decir que estamos, ¿en tu conciencia?

—Quiero saber quién eres exactamente. ¿Eres un descendiente del rayo?

—Sí, lo era. Pero fui asesinado por una persona diabólica, nunca lo perdonaré. Ese estúpido de Armin Walper. —¿qué? ¿Mi abuelo había asesinado a esa persona? No me lo creía... —Ese hombre quería mi poder del rayo y lo consiguió. Por su culpa he quedado con una maldición, nunca podré dejar este mundo. Excepto que alguien me ayude a salir. Ahí es donde entras tú, enmendarás las estupideces de tu abuelo. Por suerte el ya no está en este mundo. Necesito que reúnas algunas cosas, pero esas te las contaré más adelante. Ahora solo necesito que estés al tanto de esta historia.

   Después de eso todo se volvió borroso, la oscuridad se volvió tan brillante que cegaba. ¿De dónde venía tanta luz? Hasta que me di cuenta de lo que sucedía, era de día y estaba despertando. Abrí los ojos rápidamente, me sorprendí de lo que vi. Ahí estaban Apolo y Tom mirándome fijamente a la cara. ¿Qué les pasaba? Ya sé. Estaban dementes. No les diría nada al respecto.

PaulDonde viven las historias. Descúbrelo ahora