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Abracé a mi hijo con fuerza y caminé hasta la pequeña casita que había en el jardín trasero, la había descubierto la mañana después de navidad mientras paseaba con Ares por el jardín rasero

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Abracé a mi hijo con fuerza y caminé hasta la pequeña casita que había en el jardín trasero, la había descubierto la mañana después de navidad mientras paseaba con Ares por el jardín rasero. Esta casa era enorme, el jardín tenía tantos escondidijos que la casita se perdía entre las plantas. Entré y me senté en uno de los grandes cojines del sueño, dejé a Ares sobre mí y lo acomodé hasta recostarlo en mi pecho.

—Mami.

—Dime, cariño.

—¿Por qué no nos quiere la abuela? — mi corazón se encogió en un puño.

—Si nos quiere, solo que es algo complicada — expliqué mientras acariciaba su cabello.

—No me mientas — se levantó y me miró a los ojos — ella es mala, nos mira feo — sonreí con cariño y le acaricié la mejilla.

Mi hijo era muy inteligente.

—Te prometo que cuando seas un poquito más grande te explicaré todo.

—¿Lo plometes?

—Lo prometo — le besé la frente y sonreí — ¿te gustó jugar con tu primo Harrison? — Ares sonrió y se puso de pie frente a mí.

—Mucho, mami. Me contó muchas cosas del lugar donde vive, dice que Italia es muy linda, aunque vive en Londles.

—Y tiene razón, nuestro país es hermoso.

—¿Cuándo puedo conocerlo?

—Cuando tus hermanos nazcan podemos hacer el viaje.

—¡Si! — hizo un bailecito raro haciéndome reír.

La puerta de la casita se abrió  y por instinto jalé a Ares hacía mí. Francesco apareció junto a Mathew.

—Gracias a Dios — suspiró Matt mientras entraba y se arrodillaba frente a nosotros — ¿están bien?

—Si, tranquilo — sonreí y le di un beso corto — perdón por irme así, no podía estar más tiempo viendo aquello — me excusé.

—Fue lo mejor que pudiste hacer, tranquila — sonreí a Fran — yo iré a ver como sigue Alea.

—¿Qué terminó de pasar? — pregunté mientras Ares se enganchaba del cuello de su padre.

—Mamá se paralizó luego de que te fuiste, comenzó a culparme por tu actitud, la tía Fiorella le dio otra cachetada y la sacó de la casa — suspiré — papá está en la casa y quiere hablar con los dos.

—¿Crees que será buena idea?

—Tarde o temprano debemos hacerlo — asentí — pero si no te sientes lista podemos esperar — negué con rapidez.

—Hagamos esto rápido — me levanté con su ayuda y salimos.

Durante el trayecto hasta la casa, Ares se adormitó en el pecho de Matt. Cuando entramos a la sala de casa todos estaban sentados en silencio. La tía Fiorella nos vio y corrió a cargar a Ares.

Los Secretos De La Familia D'angeloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora