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Tomé la mano del niño y planté un beso suave en ella

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Tomé la mano del niño y planté un beso suave en ella. No era lo más profesional del mundo, pero no pude evitarlo. El niño retiro su mano de prisa y volvió a bajar su mirada, acomodé de nuevo su silla y me senté en la mía mirando a Matt en el proceso.

—Necesito hacer algunas pruebas más, pero estoy casi segura de que no es autismo lo que Ares tiene.

—¿De verdad? —asentí.

—Está claro que el problema que presenta en el habla se debe a un mutismo selectivo que él ha creado como mecanismo de defensa al abandono de su madre, y sospecho que las demás conductas también lo son, no entiendo por qué ninguno de los otros psicólogos a los que acudiste descartaron esa posibilidad.

Ares seguía con la mirada en el suelo y con sus manos apretadas.

—Eso tiene sentido — susurro él.

—Lo tiene, pero no puedo acelerar las cosas, necesito iniciar un plan de acción que me permita llegar a él, o bueno eso si Hanny decide dejarme como la terapeuta y no toma el caso ella.

—Sería fantástico que te quedaras tú, nunca lo vi actuar de esa manera con nadie, no desde que Sophie se fue — sentí la nostalgia en su voz.

—Matt, no sé qué sucedió entre ustedes ni la razón por la que se fue, solo puedo estar segura de que Ares necesita ayuda y en que hay que hacer algo por él.

—Lo sé, lo he intentado todo, juro que lo he hecho, pero no logro hacerlo funcionar — el corazón se me encogió por quinta vez.

—Déjame hacer algo, ya vuelvo.

Salí del consultorio y corrí al cuarto donde Hanny guardaba los juguetes para los niños, era tan parecida a mí en eso que me sentía en mi propio consultorio. Tomé la caja y el morral y volví a entrar al consultorio para encontrarme con un Ares acorrucado en el pecho de Matt.

—Matt...  quiero probar algo — dije haciendo que se girara a mí.

—Si, claro, pero primero trata de lograr que se despegue de mi — sonreí dejando las cosas en el suelo.

—Ares, quiero probar algo contigo ¿sí? — el niño me miró con duda y luego miró a Matt.

—Ve campeón, no te va a hacer daño, lo juro — el niño asintió y accedió a que Matt lo colocara en el suelo.

Me agaché de nuevo hacia el niño y le tomé la mano.

—Tengo muchos juguetes aquí que quiero que veas —vi sus ojos tomar un brillo distinto —son míos, pero quiero compartirlos contigo ¿quieres? — el asintió con la misma expresión seria — bien, pero con la promesa de que me los devuelvas cuando tú y papá tengan que irse en 30 minutos —vi su ceño fruncirse.

—Va a ser una mala idea.

—Mathew, por favor no te metas, gracias —dije sin dejar de mirar al niño — entonces Ares, ¿comprendes que son míos y que te los estoy prestando? — el asintió —bien, entonces vamos a establecer reglas, cuando te diga que ya es hora de guardar los juguetes me vas a ayudar y colocaremos todos los juguetes en su lugar—volvió a asentir.

Los Secretos De La Familia D'angeloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora