I'm the end of the world

2.2K 276 522
                                    

NdA: ¡se va a hacer una SukuFushi week! Aún no sé si participar, pero pinta muy bien Ü ¿Te acuerdas de cuando dije que el de hoy sería el último capítulo? Resulta que como me estaba quedando larguísimo lo partí en dos c': En resumen: hay un cuarto capítulo y está terminado, pero quiero revisarlo para ver si le añado algo más o lo dejo como está. 

Y ya, no me enrollo más, muchas gracias por leer nun

Y ya, no me enrollo más, muchas gracias por leer nun

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

"I'm a paranoid, sycophant, masochistic dilettante,

narcissistic, elephant in the room.

I'm the end of the world."

El invierno se desploma sobre Tokio como un copo de nieve masivo e invisible que se deshace de madrugada y empapa los esqueletos de cemento y hormigón armado sobre los que se yergue la metrópolis

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

El invierno se desploma sobre Tokio como un copo de nieve masivo e invisible que se deshace de madrugada y empapa los esqueletos de cemento y hormigón armado sobre los que se yergue la metrópolis.

La primera nevada trae consigo botas de goma, gorros de lana calados hasta las orejas y bufandas que se incorporan al uniforme azul marino. Las bocanadas de aliento al hablar se vuelven blanquecinas y nubosas, tangibles. Profesores y alumnos de la Escuela de Hechicería se resienten con el frío, que no entiende de entrenamiento ni de experiencia y aguijonea indiscriminadamente las articulaciones y las lesiones viejas y mal curadas, cortando los labios y maltratando los dorsos de las manos.

Kugisaki (que según las estimaciones de Fushiguro sigue de cerca a media docena de gurús de las rutinas coreanas) se niega rotundamente a que Itadori y él vayan por ahí como si llevasen un mes abandonados en la tundra sobreviviendo a base de, en sus propias palabras, comer pescado crudo y dormir dentro de caribúes muertos.

Compra un regimiento de cacao labial, crema de manos, protector solar y una retahíla de potingues para los tres y, aunque al principio a Fushiguro le resulta tedioso tener que dedicar una parte valiosa del día a quitárselos y ponérselos, con el transcurso de la semana se acostumbra y hasta lo agradece. No se lo dice a su amiga, pero ella tampoco parece esperar que lo haga. Se limita a examinar minuciosamente su rostro y el de Itadori y a esbozar muecas apreciativas mientras desayunan.

Into the fire (FushiIta/SukuFushi)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora