Por fin...habia llegado el momento...

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¿Por qué iba a perdonarla cuando ni ella misma podía hacerlo? Había abandonado a su hijo, pero entonces no sabía lo que estaba haciendo. Y no la había dejado sola, Patrick tiene a su padre y a su niñera a la que Castle contrato cuando dio a luz, haciéndola sentir inútil e inadecuada como madre. Algo que seguro que debió de contribuir a su depresión. En el estado en que se encontraba pensó que ellos podrían cuidar mucho mejor del niño porque ella no sabía, si sería capaz de cuidar de el o si le haría daño.

Un golpe en la puerta la sobresalto.

-        ¿Quien...? ¿Quién es?

-        Kate...

Kate se detuvo en medio de la habitación incapaz de moverse.

-        Abre la puerta…así no podemos hablar- Castle se quedó callado. ¡Kate!!

-        Quieres despertar a todo el mundo de la pensión a estas horas? Puede haber niños durmiendo.

-        Y eso te importa ahora?

-        Pues claro que sí, no quiero perder el único lugar donde puedo quedarme.

-        Aquí es donde te alojas? – le pregunto el, mirando alrededor con cara de pocos amigos

-        No está mal.

En realidad si estaba tan mal, debía admitir Kate viendo la habitación ahora desde su punto de vista. Aunque estaba limpia el suelo de madera parecía gastado y sin brillo y el edredón que una vez había sido blanco ya no lo era.

Necesitaba un trago pero a mano solo tenía una botella de agua y un vaso que había al otro lado de la habitación donde estaba  Rick. Kate se acercó alargando los dedos sobre la botella a la vez que lo hacía Castle, sus dedos se rozaron y los dos se quedaron mirándose en medio de la habitación sin decir nada.

-        Rick…

-        Kate…

Ahora sí que necesitaba esa copa, su boca estaba seca y su corazón se quería salir de su pecho. Una ola de calor encendido le recorrió todo su cuerpo, desde que Castle había entrado en su habitación ese calor no había hecho más que encenderse. Kate esbozo una sonrisa al saber que después de todo aún seguía provocando a ese hombre.

-        No tiene que ser así... de verdad

-        ¿No?

-        No

Kate entrelazos los dedos con los de él, sintiendo un contacto más íntimo y entonces supo que se había equivocado.

-        No! No podría pasar nada.

-        Entonces para que has venido?

-        Para hacerte una pregunta?

-        Cual?

-        Cuanto me costaría librarme de ti?

-        Librarte…?

-     Es una pregunta muy simple, Kate- La voz de  Castle sonaba tensa de impaciencia y desesperación. Lo que quiero saber es cuánto dinero haría falta para que te fueras de mi vida y no volvieses más.

-        Lo que yo quiero jamás me lo darías.

-        Pide lo que quieras y te lo daré. Lo que sea con tal de que salga de mi vida para siempre

-        Jamás. Me lo darás...

-        Prueba a ver-Dijo Castle con voz de ganador.

En ese momento sono el teléfono de él, su hijo estaba llorando y lo necesitaba.

-        Tengo que volver a casa, mi hijo me necesita.

-        Voy contigo

-        ¿Que? Ni hablar

-        Por favor Rick, déjame ir, déjame verlo.

-        Sube al coche.

-        De verdad?

-        Sube antes de que me arrepienta, Kate.

Sabría lo que la esperaba? Se preguntó Rick. Lo dudaba. Cuando Patrick se ponía a llorar parecía querer que todo el mundo entero se enterase de que no estaba nada contento. Y que el supiera, un niño llorando no tenía mando, para bajar el volumen.

Una cosa era segura: si no se había hartado ya de ser madre, como daba a entender en la nota que dejo cuando se marchó, las siguientes horas iban a convérselas de ellos.

Y por eso había aceptado que Kate volviera a casa con él.

Si necesitaba ánimos para marcharse, para salir de su vida por siempre jamás, ver y escuchar a Patrick llorando sería probablemente la mejor manera de convencerla. Una sonrisa cínica asomo por sus labios mientras arrancaba el coche. Esto iba a ser interesante.

Tan cerca y sin Embargo...tan lejosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora