Pesadilla

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Rick la cogió en brazos y la llevo hasta su habitación, le quito la ropa que llevaba lentamente y el dejo desnuda ante sus ojos.

-              Eres un ángel mi bella Kate, deseaba tanto tenerte de nuevo entre mis brazos y hacerte mía.

Lentamente empezó a cubrir el cuerpo de Kate con dulces besos, mientas ella cada vez estaba más cerca de explotar de emoción. Tenía de nuevo a Castle en su cama, y no era un sueño. Kate bajo las manos hasta toca la dura erección de Rick.

-              Creo que ya estás listo. Quiero sentirte dentro de mi Rick, por favor hazme tuya de nuevo, quiero ser tu mujer en cuerpo y alma.

Así fue como Castle lentamente introdujo su miembro dentro de ella, moviendo al principio lentamente, después más fuerte hasta que ella no podía más.

-              Venga Kate, dámelo, para mí, amada – le susurro al odio

Kate tuvo los mayores orgasmos de su vida, estaba completa, había recuperado a su marido y a su hijo. Por fin esos oscuros días habían desaparecido o al menos eso creía ella.

-              Ahora eres mía- Mia- Nadie más podrá tenerte.

Los sueños que una vez le habían hecho huir del hombre al que amaba. Para alejarse de su hijo.

 Se acercaba el desastre. Podía sentirlo, verlo en el horizonte y tenía que escapar.

-              No

Iba a tener que huir de nuevo, era demasiado peligroso, necesitaba escapar. Pero algo la retenía, algo le agarraba el brazo y por mucho que tirase...

-              Kate...

-              No…no

No podía quedarse. Era demasiado peligroso. Demasiado

-              Kate tesoro, estoy aquí escúchame…

De repente había una luz en sus ojos. Y en medio de esa luz una forma oscura, fuerte y sólida, que la hizo parpadear desconcertada.

-              Kate…

¿Dónde estaba? Quién demonios estaba con ella? Qué demonios estaba pasando? Se preguntó perplejo Castle.

Sabía que no se debía despertar nunca a un sonámbulo, pero no todo el mundo se había encontrado con su mujer dirigiéndose a la escalera totalmente desnuda y con los ojos tan turbios que era evidente que no veía nada.

Había despertado al notar que se movía que daba vueltas y vueltas en la cama. Evidentemente su sueño no era nada agradable, pero empezaba amanecer cuando la vio saltar de la cama.

-              Dónde vas, Kate?

La siguió por el pasillo, atónito al ver que caminaba sin vacilación alguna aunque no parecía ver lo que tenía delante. Cuando llego a la escalera tuvo que ponerse en acción, y temiendo que cayese rodando, la sujeto del brazo. Pero Kate lo miraba…sin verlo.

-              Dónde vas?

-              Estaba buscando…a Patrick. Mi hijo.

-              Patrick está bien-le aseguro él.

-              Tengo que encontrarlo. Pero no debo tocarlo…Debo no hacerle daño.

¿Hacerle daño ¿Rick la miro seriamente preocupado ahora. ¿Cómo podía pensar que ella podría hacerle daño al bebe?

Pensó entonces en lo que Kate le había contado por la mañana, en la depresión posparto que había sufrido. Pero aparentemente no se lo había contado todo.

-              No vas a hacerle daño a nuestro hijo, tesoro. Él está bien-dijo cubriéndola con el albornoz

-              Tengo que cuidar de él.

-              Está bien, te lo prometo. Esta perfectamente.

Entonces Kate pronuncio unas palabras que lo dejaron absolutamente perplejo y que fueron como un puñetazo en el plexo solar.

-              Estará a salvo cuando yo me vaya.

-              Patrick está bien y tú también te pondrás bien. Lo veras, por la mañana julia, pero ahora vamos a la cama.

-              No aquí no, mi marido Rick. No debe saberlo...el me odiaría.

 Se tumbó a su lado y se aseguró de que durmiera y con mucho cuidado se levantó de la cama, sin despertarla para ir a su despacho.

Al día siguiente Kate se despertó, por alguna extraña razón se sentía diferente, como si algo hubiera pasado en la noche. Y efectivamente imágenes, oscuras y borrosa llegaron a su mente y sabía perfectamente lo que había pasado.

Tan cerca y sin Embargo...tan lejosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora