Capítulo 4

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Mientras los viajeros se movían, aprovecharon la oportunidad para adquirir artículos esenciales como alimentos, bebidas, ropa y juguetes para los más pequeños. En su travesía, Isabel se encontró con una anciana de unos 90 años en aparente mal estado. Tras entablar una conversación, la anciana reveló haber sufrido un accidente en casa, resultando en una lesión de cadera que la obligaba a usar un bastón. A pesar de su situación, la anciana mostraba gratitud por conservar su lucidez y cordura. Dada la necesidad de ayuda de la anciana, Isabel se ofreció a cuidarla.

La residencia presentaba un estado de deterioro, incluyendo la vestimenta de la anciana. Sin embargo, las plantas y flores lucían magníficas y bien cuidadas. Isabel, al presenciar la falta de asistencia hacia la anciana, comprendió la dificultad de la situación: sus hijos estaban ocupados y era una viuda que desconfiaba de los extraños. No obstante, al percibir la generosidad de Isabel, la anciana aceptó su ofrecimiento.

"¿A dónde te diriges?" inquirió Benjamín, dejando un libro sobre la cama mientras se levantaba.

"Voy a cuidar a alguien que necesita ayuda", respondió Isabel, sosteniendo una bolsa negra con orejas de conejo.

"No demores en volver, ¿de acuerdo?" advirtió Benjamín.

"¿Estás tratando de controlarme?" cuestionó Isabel.

"Por supuesto que no. Solo cuídate", aseguró Benjamín.

"Lo tendré presente", replicó Isabel al partir.

Durante los siguientes 15 días, Isabel visitó a la anciana diariamente. Le llevaba comida deliciosa, veían televisión juntas y compartían historias por las noches. Además, se encargaba de ordenar y acomodar el hogar para mayor comodidad de la anciana.

"Y así, Lysor y Desinferuta vivieron felices para siempre", concluyó Isabel.

"¡Qué maravilloso!" exclamó la anciana, radiante de alegría.

Mientras tanto, Taiko y Hao expresaban su añoranza por Isabel desde sus respectivas habitaciones, mientras que Tömörbaatar se entretenía con un juego para distraerse, aunque internamente sentía preocupación y añoranza por ella.

Todo parecía marchar bien hasta una noche, cuando mientras Isabel preparaba el baño, comenzó a sentir algo extraño.

Desafortunadamente, un intruso había ingresado a su hogar, aprovechando la edad avanzada y vulnerabilidad de la anciana.

Aturdida, la anciana gritó, pero Isabel mostró valentía y enfrentó al intruso por detrás, aferrándose a su cabello y golpeándolo. A pesar de la dificultad para defenderse debido al dolor en su cadera, intentaba golpear al asaltante con su bastón.

Isabel tomó un recipiente y lo golpeó en la cabeza del asaltante, pero este apenas resultó afectado y reaccionó lanzándose contra ella. La empujó contra una pared, causándole dolor, pero ella resistió para proteger a la anciana necesitada.

El intruso se dirigía a la cocina cuando, de repente, una silla lo golpeó, haciéndola añicos. El intruso cayó de dolor, pero aún no se rindió y le pateó el pie con fuerza, expresando su ira. Isabel gimoteó, pero se defendió. Sin embargo, él la agarró firmemente del pie.

"¡Detente!" se escuchó una voz varonil de repente. Era Benjamín. "Suelta su pierna ahora", le exigió, apuntándole con un arma. El intruso no dudó en liberarla, sacando también un arma.

"¿Y ahora qué harás?" se burló el intruso. "No saldrás de esta..." Fue interrumpido cuando se desmayó por el impacto de un golpe con una olla.

"Se acabó el problema", dijo Benjamín, sonriendo.

Preocupado, señaló: "Tienes el labio inferior herido". Ella respondió: "Sí, siento la molestia. Ahora iré a ver cómo está ella", y se retiró.

Tömörbaatar se acercó, sorprendido y asustado, abrazándola. "¡Eres valiente!", exclamó. Benjamín añadió: "Eres una luchadora".

Tömörbaatar preguntó: "¿Y luego qué pasó?". Ella respondió: "La anciana me felicitó, me alabó, intentó hacerme sentir como una heroína".

Ambos amigos asintieron: "Realmente lo eres".

Tres días después...

Hao rompió el silencio: "Tengo que ir al baño" y se retiró.

"Está bien, te espero", respondió Taiko mientras admiraba las flores. Luego, sacó su katana y cortó algunas. Con una sonrisa amplia, exclamó: "Isabel adorará estas".

El paisaje era un espectáculo, con nubes blancas flotando en un cielo celeste. Los árboles verdes se mecían suavemente con la brisa, mientras que el pasto lucía un intenso verde.

Las flores eran una verdadera maravilla, especialmente las que Taiko había cortado. Entre ellas se encontraban alceas rojas, floribundas rojas con blanco, un hibisco rosa con centro rojo, platanillos amarillos con naranja y crisantemos azules y rojos.

Hao también mostró las flores que había traído, un ramo de Lamprocapnos spectabilis, corazón sangrante.

Finalmente, Isabel abrió la puerta y ambos presentaron sus flores.

"Para ti, mi dama", dijo Taiko.

"Para ti, bella dama", presentó Hao.

"Oh, qué hermosas", dijo Isabel al recibir las flores. Los chicos pensaron que elegiría solo uno de los ramos, pero para su sorpresa, Isabel tomó ambos.

"¿Qué estás haciendo?" preguntaron al unísono.

"¿Dije algo incorrecto?" Isabel hizo un puchero burlón para aligerar el momento.

"No, por supuesto que no", respondieron ambos.

"Me alegro", dijo Isabel.

De repente, Tömörbaatar apareció y presentó un dibujo.

"Este es para ti".

"¡Qué hermoso!" exclamó Isabel al recibir el dibujo.

Benjamín se acercó a Taiko y Hao con una sonrisa: "¿Es por esto que están aquí? ¿Están atrapados en la zona de amigos? Debe ser doloroso".

Taiko y Hao se miraron con una sonrisa divertida. "No, Benjamín", respondió Taiko, "simplemente queríamos hacerle un regalo a nuestra amiga Isabel". "Exactamente", agregó Hao, "solo queremos hacerla sentir especial y apreciada".

Isabel sonrió agradecida y abrazó a los chicos. "Siempre saben cómo alegrarme el día", dijo emocionada. Tömörbaatar se unió al abrazo grupal y todos rieron juntos.

"Los amigos son la familia que elegimos", reflexionó Taiko. "Y estamos muy agradecidos de tenerte en nuestra familia, Isabel", agregó Hao.

Las aventuras de los perdidos [CANCELADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora