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Otro día más. Otro día completamente igual al de ayer, o al menos eso pensó la joven de cabellos teñidos al despertar. Llevaba ya una semana desde que había comenzado a dar clases en la escuela, por supuesto, ignorando a los profesores en cada una de ellas.
Estaba cansada, llegar a la clase y ver completos extraños. Algunos intentando entablar conversación con ella, otros burlándose, los profesores intentando por todos los medios que los prestará atención. La extranjera incluso había tratado de romper sus cascos, pues no había forma de quitarle los audífonos sin que la joven los recuperara.
Solo tenían tres profesores, pero los tres les parecían una bola de incompetentes. No tenía ni idea de porque sus nuevos compañeros parecían gustarles tanto, aunque bueno, no podía juzgar. Su tutor en la U.A no era el mejor para dar clases teóricas, pues siempre se dormía en estas y todos igualmente le querían.
Aún así, no podía comprender algo. Porque parecían querer tanto al pulpo amarillo. Si, era muy patético cuando entraba en ansiedad y podía dar gracia, pero eso no quitaba el hecho de que planeaba destruir aquella dimensión. ¿Qué había logrado que el pelirrojo psicópata trabajará más con la clase? ¿Era buen profesor y se preocupaba por sus alumnos?
Entonces, ¿Por qué no había conseguido que prestará algo de atención a clases? Por supuesto había tratado en varias ocasiones hablar con ella, pero enseguida se ponía sus cascos y se largaba. Aún así, si el era tan increíble, aquello no debería ser nada.
¿Aquellos eran pensamientos algo hipócritas por alguien que siempre había intentado mirar el lado positivo de las personas? Por supuesto. ¿Infantiles? Igual. Pero por mucho que ella supiera eso no planeaba cambiar su actitud.
Ahora era así, pues la joven Aisuru alegre que estaba todo el día saltando de emoción ya no existía.
Ahora solamente era cenizas de lo que una vez fue.
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Soltó un tranquilo suspiro mientras agarraba su mochila para ir a la escuela, desviando por unos instantes sus ojos a la guitarra que había a un lado. Una de las pocas pertenencias que había podido llevarse a esa dimensión junto a su móvil.
