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POV NARRADOR
Un suspiro salió de los finos labios de Aisuru, mirando fijamente la puerta de su nueva clase. No le agradaba la idea de repetir nuevamente su tercer año, pero desde que los agentes del gobierno la encontraron tirada en el suelo de aquel extraño edificio tuvo que pensar bien las cosas.
Estaba en una dimensión diferente a la suya, sola, llena de heridas y con enseñanzas probablemente diferentes. En esos momentos debía ser inteligente, no podía inventar una historia de que era huérfana y la habían llevado a ese lugar, pues muchos agentes del gobierno habían presenciado como aparecía del portal que creó su madre. Así que no tuvo otra opción que contar la verdad hasta cierto punto, no comento en ningún momento sus poderes y se encargó de señalar el hecho de que debía cursar su último año de secundaria.
El gobierno le permitió tener un hogar e ir a una escuela bajo su vigilancia, no se fiában de aquella desconocida por lo que tener bajo vigilancia era necesario. Aisuru tuvo que aceptar sin rechistar, contestando sus preguntas y mintiendo sobre su edad. Su vida le daba igual en esos momentos, pero no tenía la intención de acabar su vida, al menos ahora. Por lo que, pensando bien las cosas decidió cursar nuevamente su tercer año de secundaria y decidir que haría con su futuro.
Aunque esté no pintaba bien ya que el examen de admisión lo suspendió, entrando así en la clase del End. No es que Sunpo fuera tonta, había entrado a la mejor academia de héroes por algo, pero, simplemente no parecía tener ganas de tomarse enserio su vida.
Después de todo, ¿Cómo deberías reaccionar al hecho de que todo tu mundo ha sido destruido y ahora tienes que vivir en otro lugar sin tus amigos y familiares, sin poder convertirte en lo que te dedicaste toda tu vida?
Desde luego, ella no podía simplemente intentar olvidar.
Llevó una de sus manos a su nuca, rascandola con irritación, debatiéndose entre entrar o no, puesto que con todos los problemas que estaba pasando se le había sumado otro. Matar a su profesor. No prestó mucha atención cuando se lo dijeron, sólo sabía que este planeaba destruir la tierra y sin querer saber más tomó las armas que le dieron y se fue.
¿Matar a un profesor? Aquello había sido extraño, sobre todo cuando su objetivo había sido hasta hace poco salvar personas y nunca matar, aunque fueran villanos. De todas formas, ya eso le daba igual, su mundo ya no existía. Ya no sería una heroína, ¿Por qué no matar a alguien?
Rodó sus ojos mientras habría la puerta del salón, al instante sus ojos se abrieron y su instinto de heroína la obligó a mantenerse en guardia mientras observaba aquel pulpo gigante que se encontraba, aparentemente, dando clases.
