Uno.

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Esto no siempre fue así, queridas hijas— relató él señor Bennet, mirando a todas sus pequeñas hijas. Abrió él libro que había tardado mucho haciendo pero que, al ver la ilusión en los ojos de sus pequeñas, le hacia sentir que había valido la pena.

— Guarda silencio— pidió Lucille a su hermana mayor. Los grandes ojos verdes de la pequeña miraron a su papá, ignorando la fea mirada que le regresó su hermana de once años.

Al inicio del siglo Bretaña era rica gracias al fruto del comercio mundial. De las colonias llegaron no solo sedas y especias sino también una peste abominable— con cada cosa que contaba un nuevo y diferente dibujo se alzaba captando más la atención de las pequeñas.— Obvio, se sospecho que la culpa era de los franceses, ¿les sorprende?

— No— contestaron todas y soltaron una pequeña risita.

— Una vez mordidos los recién infectados sentían un hambre insaciable de cerebros de gente viva. Perecieron millones. Solo para resucitar y ser una legión de muertos implacables. Tan cierto parecía que él fin de los tiempos se acercaba, hasta incluso se dice que los cuatro jinetes del apocalipsis ascendieron del infierno.

» Para proteger a los vivos se edificó una gran barrera, una muralla de treinta metros que encierra a Londres, luego, comenzó la excavación del canal real, un basto poso de treinta brasas de profundidad que rodea a la ciudad y a sus murallas. Al terreno entre esas dos fortificaciones se les empezó a llamar “el medio” para entonces se había puesto de moda estudiar las artes mortíferas del oriente.«

» En Japón los ricos, en china los sabios. En la segunda batalla de Kent uno de los puentes sobre el canal real fue atravesado. Hordas voraces de zombies masacraron a todos los aldeanos del medio. Se dijo que la misión de esa matanza enloqueció al joven rey Jorge, cuando por fin se ganó la batalla, él ordenó la destrucción de todos los puentes excepto uno: el puente Hingham.«

— Que a la fecha, continua siendo la única forma de cruzar el canal real.— pequeños sonidos de afirmación sonaron por la habitación llena de infantes.

» Se creyó que el enemigo  ya había sido derrotado, la alta burguesía comenzó a salir de los confines de Londres rumbo a sus fincas recién fortificadas pero estar alertas es lo esencial. Recuerden esto: mantengan sus espadas tan afiladas como su ingenio pues la batalla final entre los vivos y los no muertos aún no ha sido librada.«

Solté una risita mientras mi melliza golpeaba mi costado en un intento de mandarme a callar siendo algo inútil pues mi risa se intensificó un poco más.

— Hasta Lucille está de acuerdo— exclamó Lydia haciendo que la mirada enfurecida de mi hermana mayor se posara en mi.

— Lo siento— murmure sonrojandome, traté de que la risa no volviera a salir y seguí con la limpieza de mi arma.

Todo el alboroto se debía a la, apartente, fiesta que se iba a dar, si, sabiendo que casi no debíamos salir si no queríamos morir, para darle la bienvenida a los Bingley.

Por supuesto y como la voz de la razón que era Elizabeth se negó mientras daba a entender su punto de vista sin embargo lo que había provocado mi risa eran las ocurrencias de Lydia y Katherine.

— Pues supongo que si vamos todos...— accedió mi padre, rendido, ante las súplicas de la mayoría de mis hermanas y de mi madre.

— No, no quiero que nosotras desfilemos como terneras en una subasta de ganado— se negó una vez más Elizabeth, Jane rodó los ojos.

— Por que tú eres la vaca menos hábil en él arte de tentar al sexo opuesto — molestó mi pelirroja hermana una vez más, la miro desafiante— Mu—
Casi de inmediato, Elizabeth se puso de pie, siguiendo a Lydia así que todas comenzaron a correr para ir a las habitaciones y poder alistarse.

— ¡No mal entiendan mi indulgencia y pierdan la disciplina!— gritó papá, acomode la falda de mi vestido y caminé tranquilamente a mi cuarto en compañia de Jane.

Estuvimos alrededor de dos horas alistandonos, ayudándonos entre todas. Jane eligió por mi un lindo vestido rojo con detalles negros, así que cuando estuvo sobre mi comencé a poner unas dagas en cada uno de mis ligueros, además por supuesto, de una en cada bota.

Elizabeth quiso peinarme así que estaba sentada, escuchando a mis hermanas cuestionar e imaginar como seria ese señor Bingley.

[...]

•Narradora•

Música acompañada del sonido de la gente hablar y la danza se escuchaba por todo el recinto. Lucille y Jane veían todo desde una esquina, Elizabeth se acercó a ellas, dándoles un vaso con bebida a cada una.

— Mamá se está tomando muy enserio esto, tanto que da miedo— contó Lucille con desagrado, Elizabeth asintió con la cabeza.

— Miren, ahí está. El señor Bingley.— llegó la pequeña pelirroja, señaló disimuladamente a un hombre realmente apuesto.

Jane, de inmediato, puso su atención sobre él, era apuesto y tenia una sonrisa que hacia que te perdieras, bueno, según la opinión de Jane, de ella y de unas cuantas chicas allí.

— Pensé que estaba soltero— murmuro la señora Bennet a sus amigas cotillas.

— Si. Ellas son sus hermanas: Carola Bingley y Louisa— informo la mas vieja del grupo.

La mujer de cabellos rubios y escasas canas soltó una risita de emoción y rápidamente se dirigió a sus hijas, juntandolas con el fin de llamar la atención del prestigioso hombre y presentarlas y hasta con suerte hacer que se interese en alguna de ellas.

Era cierto y no era precisamente un secreto, Nathalie era una mujer verdaderamente ambiciosa y quería casar a sus hijas con hombres ricos de los que pudiesen sacar algo de provecho. De paso, ellas vivirían bien.

— Enderezate— le pidió de manera brusca a Lucille, ella rodó los ojos y obedeció. Justo cuando su madre pellizco sus mejillas lo vió.

Un hombre de postura firme, castaño y semblante serio. A contrario de Bingley que estaba sonriendo mirando todo él estaba con una expresión de hastío.

Lucille centró su atención en él, en como hablaba con Bingley de algo que por supuesto no podia escuchar y de la pequeña y casi invisible sonrisa que esbozo.

Debería sonreir más.

¿quién será ese apuesto caballero de expresión odiosa?

Tardesssss pq buenas solo ustedes, chikibeibis *guiño, guiño, codo, codo* ahr, si eres chico también estas bueno ahk

En fin, aquí damos comienzo a mi libro, claro que me tarde un siglo asi que pido pwrdón.

Pero equis, cuidense, tomen awita y coman bien pq si no comen bien me los chingo ahk. No olviden lavarse sus manitos pq ahorita los virus andan bien recios xd.

— Mary 💜

Lucille • Fitzwilliam Darcy•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora