Yo soy tu DIOS
Era domingo, día de iglesia, no tenía muchos ánimos de ir, empezaba a sentir los golpes de la prueba, los dardos de aquellos pensamientos que te dicen “No puedes”, simplemente quería quedarme en casa y llorar en mi cuarto.
Salí para la iglesia, tarde, parecía que el día simplemente no me acompañaba a sentirme mejor.
Me senté en una de las primeras filas como lo hace toda mi familia, ya era la hora, empezaba la adoración y todos acompañábamos con las voces, pero aquella adoración fue diferente.
De pronto cada palabra de la alabanza era como si tu corazón se hiciera cada vez más pequeño y empiezas a llorar… Empecé a llorar, levanté mis manos, sintiendo que sólo era Jesús y yo, y mientras más cantaba, era más fuerte, ¡Era Él!, Era su Espíritu, ¡Estaba ahí! Todos los presentes empezamos a arrodillarnos, llorábamos ante su presencia; su amor te quebranta, su gloria te envuelve, es Jesús que te abraza ahí con el corazón quebrantado.
Mientras por medio de un hermano Dios dice: “¡ENTRÉGAME TU CORAZÓN! ¡YO SOY TU DIOS!”
Eran las respuestas a mis oraciones, a mis lágrimas, Dios no es indiferente a ellas, sólo me exigía una cosa: Mi corazón, y ante tal poder, ante tal majestuosidad, imploras perdón y misericordia.
Pedía perdón, pedía que su amor me envuelva y que transforme mi vida a su voluntad. Él pedía mi corazón y yo sin más, se lo entregué…
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Aprendiendo de Dios
CasualeCada amanecer es la forma en la que Dios te dice "comencemos de nuevo." -Grupo de Whatsapp abierto - EN EDICIÓN