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Iris Mills yacía distraídamente en el sofá de su sala de estar vacía. La casa estaba en silencio aparte del susurro del papel mientras pasaba las páginas de su libro muggle favorito. Había sido así durante los últimos cuatro días. Su padre estaba ahora en Vienna en otro viaje de trabajo y ella ocupaba las horas de los días solitarios haciendo todo lo posible para ocupar su tiempo.

El eco del silencio de su casa abandonada fue interrumpido por un ruido que siempre esperaba escuchar; la torpe colisión del búho de la familia de su mejor amigo contra su ventana. Errol pertenecía a la familia Weasley y por mucho que trató de no desperdiciar las preciosas horas de su verano, nunca pudo evitar esperar el sonido de la torpe llegada de Errol que indicaba una carta de uno de sus mejores amigos; o en este caso la madre de su mejor amigo.

A toda prisa corrió en ayuda de Errol, llevándolo a la casa para darle golosinas y agua. Ella separó la carta de la pata del búho mientras él descansaba, desenredando cuidadosamente el pergamino. Iris no pudo evitar girar de alegría ante la llegada de la carta de la señora Weasley. Sus planes eran ahora sólidos, iría a casa de sus mejores amigos esa tarde para sorprenderlos, y pasaría el resto de su verano allí.

Dejando a Errol para que se recuperara de su viaje, Iris corrió escaleras arriba hasta su dormitorio. Ella se aparecería en la madriguera en dos horas. Agarrando su baúl, que ya estaba medio lleno con la tarea que había completado en las dos primeras semanas de verano, comenzó a empacar cuidadosamente todas sus pertenencias. Después de estar segura de que todo lo que necesitaría para su verano en la casa de los weasley estaba empacado, se puso un vestido blanco fluido y casual, permitiendo que su cabello largo, casi blanco, cayera en ondas por su espalda. aplicándose brillo de labios, rímel y rubor, además de rellenar las cejas, sonrió contenta a su reflejo. Finalmente, pensó mientras transportaba su baúl escaleras abajo, volveré pronto con los gemelos.

Para cuando Iris regresó a su sala de estar, Errol ya se había ido. Rápidamente dejó una nota para su padre, diciéndole que se quedaría en la madriguera el resto del verano y que le enviaría una lechuza cuando él regresara de su viaje. Reunió todos los artículos muggle que había tomado para el señor Weasley, con la esperanza de poder transportarlos a todos con ella, y, cuando el reloj marcaba las 12 pm, sacó su varita y se apareció en la madriguera.

Con un fuerte crujido aterrizó de pie en la sala de estar de la casa de los Weasley. Todo su equipaje parecía haber llegado en una sola pieza. Rezó para que los gemelos no la hubieran oído llegar cuando dejó caer sus pertenencias al suelo. Fue recibida con la cálida sonrisa de la sra. Weasley, quien la estaba abrazando silenciosamente.

—Oh, estoy tan contenta de que estés aquí, no te oyeron, no te preocupes, están en el jardín —susurró la sra. Weasley.

—Hola, sra. Weasley —sonrió Iris, derritiéndose en el abrazo de la mujer de cabello ardiente. La sra. Weasley siempre había sido una figura maternal para Iris, había pasado tanto tiempo desde que sintió el abrazo de alguien que la cuidaba de una manera tan cariñosa, sintió como si no quisiera dejarla ir mientras estaba envuelta en comodidad—. Muchas gracias por invitarme.

—Iris, te conozco desde que tenías once años, por favor llámame Molly —Molly se rió, rompiendo el abrazo. Iris sonrió mientras Molly asentía con la cabeza en dirección al jardín, indicando el paradero de los gemelos—. Ve a sorprenderlos, nos pondremos al día más tarde.

Iris podía ver el pelo pelirrojo de la parte posterior de las cabezas de los gemelos Weasley, habían crecido tanto, ahora alcanzando un asombroso 1.90, que era difícil pasarlos por alto. Se podían ver los músculos de sus espaldas y sus brazos flexionándose y contrayéndose a través de sus delgadas camisetas mientras se inclinaban para sacar a los gnomos del jardín y arrojarlos tan lejos como podían. Emocionada corrió hacia ellos, asegurándose de estar en silencio mientras lo hacía. Aprovechando su oportunidad perfecta mientras Fred estaba en cuclillas, saltó sobre su espalda, envolviendo sus brazos alrededor de su cuello.

—¡Weasley! —chilló, Fred cayó del susto, tirándola al suelo. Ambos gemelos se volvieron hacia ella y saltaron extasiados sobre ella. Tirando de ella, ambos la envolvieron en abrazos, levantándola en el aire mientras vitoreaban.

—¡Iris! —Fred exclamó, haciéndola girar—. ¡Estás aquí! ¿qué estás haciendo aquí?

—¿Sorpresa? —se rió cuando george envolvió su brazo alrededor de sus hombros—. Le escribí una carta a Molly y le pregunté si podía venir a salvarlos, idiotas, difícilmente se las arreglarían sin mí. Ella dijo que podía quedarme el resto del verano.

Los gemelos vitorearon de nuevo, Fred recogiendo a Iris y tirándola sobre su hombro.

—Iris, estoy tan feliz de que estés aquí —gritó George—. ¡Fred me estaba destrozando la cabeza! Iris esto, Iris aquello, esto sería mejor si Iris estuviera aquí. Pensarías que estaría bastante contento con su propia Iris de carne y hueso.

—Él mismo dijo que un trío no es nada sin su chica dorada, Georgie. Me alegro de que estés feliz de verme.

—¿Feliz? —Fred dijo efusivamente, una vez más levantando a Iris en un abrazo—. Estamos eufóricos, nuestra tercera mitad ha vuelto.

—No creo que así sea como funcionan las mitades, Freddie —se rió George.

Todos se sentaron en la hierba debajo de ellos. Iris jugueteó con las briznas de hierba, cerró los ojos y volvió la cabeza hacia el sol, respirando el aire fresco de Devon. Ella estaba en casa. Sus dos mejores amigos a su lado y un corazón lleno de amor, no creía haber estado tan contenta en su vida.

Twin Flame | Fred W. [ traducción ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora