Capítulo 4: Donador de esperma

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La tensión se desmoronó de golpe, como si nada hubiera sucedido, como si el fuego no hubiera estado a punto de devorar su alrededor y sus cuerpos no hubieran estado a punto de arder entre las llamas que Abigail indudablemente habría encendido

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La tensión se desmoronó de golpe, como si nada hubiera sucedido, como si el fuego no hubiera estado a punto de devorar su alrededor y sus cuerpos no hubieran estado a punto de arder entre las llamas que Abigail indudablemente habría encendido.

—Abigail, necesitamos saber quién es el padre de tu bebé —dijo Carlisle, con suavidad.

Abigail le miró con el ceño fruncido, no era personal, por supuesto, después de todo, él no había intentado matarla, simplemente le desagradaba el recuerdo de la persona que estuvo a meses de haber sido su esposo y aun así no parecía haber tenido reparos en cambiarla como si fuera solo una prenda de ropa demasiado usada. Si ella pudiera regresar en el tiempo, le habría sido infiel.

—El nombre del donador de esperma es Sam Uley, vive en la Reserva, como yo.

—Ah, ya veo —murmuró Carlisle—. Estamos familiarizados con el señor Uley, él resulta ser un cambiaformas.

Abigail parpadeó, sorprendida, y sus ojos se sintieron extraños por el acto. Por supuesto, los fríos no parpadeaban, pero la acción había sido involuntaria por la sorpresa de la noticia.

— ¿Sam es un guerrero de la tribu?

—Así es como se refieren a sí mismos, sí, pero los demás de nosotros simplemente los llamamos cambiaformas o lobos —dijo Edward, con una sonrisa ligeramente burlona.

—Uley —tarareó Rosalie, con el ceño fruncido—. ¿Ese no es el alfa?

—Ese es él —confirmó Carlisle.

— ¿Sam no tiene ya una impronta? ¡No! ¡¿Eres su impronta?! —preguntó Alice, en pánico.

Impronta, Abigail recordaba el término, pero aun sabiendo que no había sido culpa de Sam... Ella se sentía incapaz de perdonarlo.

¿Cómo podía perdonarlo? Pudo hablar con ella, si hubiera hablado con ella... Ella hubiera tratado de comprender, pero en lugar de eso la engañó y le hizo creer que aún la amaba, aunque tenía un acalorado romance con Emily Young a sus espaldas, nada más y nada menos que la prima de su mejor amiga. La situación era nauseabunda.

Quizá no había sido su decisión enamorarse de Emily, siendo algo más profundo y sobrenatural lo que había traído sus sentimientos por ella, pero la forma en que decidió manejarlo había sido su decisión, así que Abigail tenía todo el derecho de enfadarse.

Y lo peor, había quedado embarazada. Por supuesto, no sentía ningún rencor hacia el bebé, que, entre todo, sería inocente de cualquier acto cometido, pero aún dispuesta a todo para protegerlo y amándolo más de lo que había querido a nadie nunca, podía admitir que dificultaba enormemente la situación.

—Estoy bastante segura de que, si yo fuera algo cercano a su alma gemela, él no se habría estado viendo con otra chica a mis espaldas, así que sí, él tiene una impronta, pero esa no soy yo —espetó Abigail, cruzándose de brazos y mirando a la familia, esperando algún comentario inoportuno que pudiera hacerla arremeter.

Sin embargo, para sorpresa de todos, Rosalie se acercó a Abigail y acarició suavemente su cabello, como lo haría con una niña pequeña para brindar consuelo, lo que se veía facilitado por los fáciles veinte centímetros por los cuales Rosalie superaba a Abigail.

—Es un pulgoso estúpido —dijo Rosalie, con simplicidad—. Podríamos buscarlo y golpearlo hasta la muerte, si quieres. Ellos son fuertes, pero nosotros lo somos más.

Abigail consideró la oferta unos segundos antes de mirar a los demás.

—Ella es agresiva, ¿verdad? —dijo Abigail, con una chispa divertida en su mirada.

—Esa es mi esposa —respondió Emmett, con orgulloso entusiasmo. Abigail chasqueó la lengua con decepción.

—Aunque me encantaría vengarme un poco de mi ex prometido, quisiera poder decirle a mi hijo que no asesiné a su donador de esperma. Aún así, creo que él probablemente solo me concederá cierto nivel de espacio antes de comenzar a presionar y a buscarme para arreglar las cosas o algo igualmente estúpido —declaró Abigail.

—Y si él te encuentra, no tendrás demasiadas opciones tampoco. Será un matar o morir para todos —dijo Jasper, los ojos rojizos clavados en Abigail, su expresión congelada en algo a medio camino entre la ira abrasadora y la aflicción—. Teníamos un tratado de paz con su tribu, pero ese tratado se rompió en el momento en que te mordí, en cuanto lo sepan, nos cazarán, y a ti con nosotros. Ya no eres una de los suyos.

—Ya no pertenezco con nadie —corrigió Abigail, su tono tajante como el que había estado usando con Jasper hasta el momento—. Tengo una familia ahora, está compuesta de dos personas, mi hijo y yo. ¿O acaso alguno de ustedes tiene pulso como yo? ¿Alguna vampira embarazada de la que me puedan hablar? Porque si la respuesta es no, entonces creo que es evidente que estoy sola en esto.

—Eres un caso único —concedió Esme—. Pero eso no significa que no seas bienvenida con nosotros, querida. Entendamos que tengas tu propia familia, pero nos gustaría que pudieras considerar ser también parte de la nuestra.

—Por el momento no es que tenga demasiadas opciones. No sé básicamente nada de ser un frío, y tampoco de ser una madre. Creo que me gustaría aceptar su oferta, al menos por un tiempo —cedió Abigail. Por ella, y por su bebé.

— ¡Ya lo veo! ¡Seremos las mejores amigas! —exclamó Alice con entusiasmo.

—Iremos de compras juntas —añadió Rosalie, con menos efusividad pero todavía con alegría.

—Pero no aquí —dijo Edward, mirando a las tres chicas que se sonreían entre sí—. Necesitamos irnos ya, irnos de Forks y cambiar de país de ser posible, probablemente para siempre. Abigail no puede volver a acercarse a la Reserva, ya lo hablamos, en cuanto la vean o huelan tratarán de asesinarla y a nosotros con ella.

—Edward tiene razón. Irnos de aquí es prioritario —asintió Carlisle, para después dedicar una mirada de soslayo a Abigail—. Entendemos que puede ser difícil para ti, pero realmente no creo que haya otra forma de manejar esto.

—Tampoco tenía planes de volver a casa después de lo que pasó —murmuró Abigail—. Bien, tenemos alrededor de una semana antes de que la gente de la Reserva se comience a preocupar por mi ausencia, mi prometido me engañó así que es normal que haya decidido alejarme por un tiempo, es habitual en mí hacerlo de vez en cuando. Pero, hay alguien con quien necesito hablar porque necesito un par de cosas de mi casa, y estoy segura de que, si le cuento todo, entenderá mi situación y va a apoyarme.

— ¿Quién?

—Leah Clearwater.

WHATEVER IT TAKES, jasper haleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora