Capítulo 2: Despertar

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Entre todas las personas, Rosalie era una de lasmás afligidas, superando por poco a Jasper, que también se veía profundamente miserable, era notoria la culpa que estaba arrasando con él, igual que la oscura mirada de Rosalie que estaba a punto de ...

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Entre todas las personas, Rosalie era una de lasmás afligidas, superando por poco a Jasper, que también se veía profundamente miserable, era notoria la culpa que estaba arrasando con él, igual que la oscura mirada de Rosalie que estaba a punto de tratar de arrancar la cabeza de Jasper, pese a tratar de controlar sus asesinos impulsos.

Un bebé, toparse con Jasper Hale le había costado a esa pobre chica un bebé, y Rosalie no podía evitar pensar en cómo se habría sentido ella si le hubieran concedido eso que tanto había añorado siempre, solo para arrebatarlo de golpe y sin piedad.

La historia de Rosalie era triste, y se sentía inevitablemente unida a la pobre chica que aun yacía inconsciente, la rubia había desarrollado un intenso lazo con Abigail Walker, aún sin conocerla.

El cuerpo de Abigail se removió ligeramente en el sillón donde la habían dejado, tres días llevaba inconsciente y era de esperarse, pues la ponzoña de un vampiro tardaba largo tiempo en expandirse, un proceso realmente doloroso del que podías ser consciente incluso al borde de la muerte, no dolía, quemaba, era como ácido corriendo por las venas.

La visión del futuro de Alice estaba completamente bloqueada por algún motivo, Edward no detectaba nada en la mente de la chica y Jasper había tenido que usar sus habilidades para tranquilizar a todos, a pesar de no estar del todo calmado.

Todos los Cullen habían dejado de asistir a la escuela, o al trabajo en el caso de Carlisle, desde lo acontecido con la chica, así mismo Edward tampoco se había comunicado con Bella, por lo que su malhumor se sentía en cada rincón de la casa, sin embargo, eso era lo mejor y todos lo sabían.

No había habido noticias respecto a la desaparición de Abigail, la chica a la que Jasper había atacado, parecía que nadie había notado su ausencia o que lo habían considerado algo normal, lo cual molestaba profundamente a todos, al mismo tiempo que los aliviaba, pues todo habría empeorado con rapidez si la policía la buscara, o aún peor, los cambiaformas de la tribu Quileute.

Alice fue, por supuesto, la primera en comenzar a sentirlo; era una sensación extraña para ella, pues apenas era un presentimiento cuando estaba acostumbrada a las vívidas visiones, una sensación de pura expectación, como si algo fuera a suceder en cualquier momento.

Jasper y Edward lo sintieron después, Jasper como una especie de tensión en el aire, rodeándolos a todos, y Edward como algunos tenues murmullos susurrados en lo profundo y oscuro de su mente.

Emmett, Rosalie, Carlisle y Esme no lo sintieron hasta el instante justo antes de que sucediera.

Abigail despertó, su mente y su cuerpo habían vuelto a la vida pese a que aún se resistía al cambio, sus ojos permanecieron cafés y perdidos en algún sitio como si su cuerpo no reaccionara, hasta que los sorprendió a todos cuando estos brillaron en rojo, y todos supieron en aquel instante que Abigail ahora era una de ellos, Abigail se había vuelto un vampiro.

Jasper trató de ponerse a su lado en cuanto los ojos de la chica se abrieron, sin embargo Rosalie intervino y lo arrojó al piso de un empujón para correr a colocarse junto a la chica.

Abigail parecía no saber que no necesitaba respirar pues inhalaba y exhalaba con brusquedad, casi hiperventilando. Rosalie colocó su mano en el hombro de la chica, dispuesta a tratar de calmar su histeria, pues, mejor que nadie, ella entendía lo que era detestar tu naturaleza y desear regresar el tiempo.

Mientras la piel de Rosalie parecía fina porcelana, los genes de los antepasados Quileutes de Abigail aún se notaban en la piel ligeramente cobriza de la chica, si no fuera por sus ojos rojos probablemente dudarían de que fuera un vampiro, pues la transformación acostumbraba a empalidecer la piel en demasía y no había hecho demasiados cambios en ella.

Sus dedos se doblaron, arqueándose como garras que no estaban allí, y se quitó a Rosalie de encima como se espantaría a un insecto, en un movimiento rápido y ligero, y lo siguiente que todos supieron fue que Jasper estaba contra la pared y una de las manos de Abigail rodeaba su cuello con tanta fuerza que las grietas comenzaron a aparecer casi al instante.

—Abigail, ¿podrías soltar a mi hijo, por favor? —preguntó suavemente Carlisle.

Abigail apretó su agarre en su cuello, y con la otra mano golpeó su cabeza con la pared, causando que esta se hundiera por la fuerza del impacto.

—Los monstruos no deberían poder caminar por la calle. Los monstruos deberían morir —dijo Abigail, tenía la voz áspera como si no hubiera hablado en meses. Jasper se encogió ligeramente de hombros y no hizo ningún esfuerzo por apartarse.

—Abigail, por favor, si pudiéramos hablar, sé que estás confundida, pero... —comenzó a decir Carlisle, pero Rosalie, que se había levantado del suelo y movía su brazo para examinar los daños, lo interrumpió.

—No intentes razonar con ella, Carlisle, no es como si ella no tuviera derecho de golpear a Jasper hasta la muerte si es lo que quiere, no después de lo que él le ha quitado.

Carlisle le dirigió a Rosalie una mirada traicionada, pero no perdió mucho tiempo en eso y sus ojos volvieron a Abigail con rapidez, pero ella no lo miraba, ella miraba a Jasper.

— ¿Tu nombre es Jasper? —preguntó Abigail. De reojo, pudo ver a Emmett hacer un ligero movimiento, como un toro preparándose para arremeter y habló para todos—. Si alguien intenta algo, voy a arrancar su cabeza antes de que puedan procesarlo.

Todos se pusieron tensos, pero no hicieron ningún movimiento, y Abigail tarareó de satisfacción antes de aflojar su agarre en Jasper lo suficiente para que hablara o moviera un poco la cabeza. Él hizo un pequeño y seco asentimiento.

—Él quiere que te diga algo —dijo Edward, sin intentar acercarse o retroceder, completamente estático para no alertar a la neófita.

— ¿Y tú lo sabrías porque...? —dijo Abigail, con la ironía brillando en su voz.

—Puedo leer la mente —admitió Edward.

—Por supuesto que puedes —se burló ella, pero igual lo miró, esperando el mensaje.

—Dice que lo lamenta —dijo Edward, y Abigail apretó su agarre nuevamente, furiosa—, y que sabe que te ha quitado tu vida, básicamente te ha asesinado, pero solo a ti. Dice que tu bebé está vivo, y puede escuchar el latido de su corazón.

WHATEVER IT TAKES, jasper haleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora