CUATRO

269 25 0
                                    

Otago/ Nueva Zelanda - 2 de Mayo.

Liam Smith.

Todo se había ido completamente a la basura. No estaba entre mis planes que después de tanto esfuerzo en enterrar mi pasado volviera a atacar. Dejándome postrado en esta silla de ruedas que odie desde que llegó a mi.

No solo mi empresa quedó sin mi presencia, todo lo que me completaba como persona quedó vacío, inmóvil, y sin que yo quisiera hacerlo, ¿Pero como querría sino podía?.

Quererme levantar de esta silla me obligó a ingresar al sistema de enfermería, necesitaba con urgencia un enfermero capacitado de llevar a cabo lo que el especialista había dejado descrito.

Con lo que nunca conté, es que en lugar de llegar un hombre como pedí y especifiqué, llegara una mujer, y aunque me hiciera el cara de póker, el sin sentidos, no podía negar que la enfermera, Opalina - muy curioso nombre por cierto -, era hermosa, y eso era lo que yo necesitaba descartar.

No puedo negar que soy un hombre como diría mi nana, libertino, me encanta una mujer con rostro hermoso, curvas bellas y delicadas, y por más que estuviera en silla de ruedas era inevitable querer algo, aunque mi miembro no pensara lo mismo.

Otra cosa que me tiene frustrado, he vivido de acción desde que tengo uso de razón, y estar sin ella me está sacando de mis casillas, ya Marla, una trabajadora de mi empresa, jefa de uno de los departamentos y accionista minorista de ésta, no deja de insistir que está segura que no es un problema, pero si lo es, no logro nada, y no pienso intentarlo una vez más.

Lo que sucedió con Opalina me ha dejado mal, era lo que me temía, fue muy imprudente de mi parte entrar a su habitación así, pero la mujer desde que llegó me saca de mis casillas con sus respuestas, ironías y sarcasmos, eso me llevo a ingresar a la habitación creyendo no estaría para evitar pedirle lo que ahí se encontraba y que ella no podía ver. Verla me ha dejado en parte idiotizado, y lo que creí nunca llegaría a pasar pasó.

Sentí deseo por ella, y no ese que te hace pensar con lujuria, tenerla bajo mi cuerpo y hacerle todo lo que se me pudiera ocurrir, ¡No!.

Por más que yo no quisiera eso, mi cuerpo reaccionó, algo que creí imposible y que me lo dejaron claro, podía tener una erección, si sabía hacer bien las cosas, pero inevitable por mis pensamientos jamás podría llegar a tener una, y por más que lo intenté con Marla al sentirme recuperado nunca lo logré, y que ella me hiciera sentir aquello me dejó desconcertado.

No siento de la cintura para abajo, por ende mis piernas son inútiles, por ello cada que veo ahora a Opalina, me taladro la pierna con mis manos, me es inevitable no recordar lo que la chica ocasionó, y eso no lo considero bueno.

Me he convertido en un idiota, un cascarrabias, con todo mundo menos con mi nana, por ende cuando ella llegó no fue diferente, necesito crear distancia entre esa mujer y yo, no quiero llegar más lejos.

Somos y seremos paciente y enfermera, jefe y empleado, aunque por decirlo de algún modo directamente no soy su jefe.

Se que no es necesario tenerla acá 24/7 pero he optado porque es mejor así, no quiero retrasos, y por más que aveces no lo quiera, ésta terapia debe funcionar, necesito que todo quede resuelto, y no poner a más nadie en peligro.

En medio de ironías, y el que ella me llamara ¿Limón? Me ha dejado de piedra tal atrevimiento, mucha más cuando mi brazo por instinto rodeo su cintura al verla caer. Que su cara quedará contra mi pecho me hizo sentir algo extraño, y ese marrón de ojos intensos como un rotundo idiota apreciandolos.

Reaccioné al verla removerse incómoda entre mis brazos.

-Yo... Dios que vergüenza... -Se levantó y quedó de rodillas frente a mi pasando su mano por su frente ¿Temblando?

Deseos Intensos (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora