Pedadillas

17 3 7
                                    

Intento mover mi cuerpo pero es en vano, algo apresa mis brazos y pies pero no logro distinguir exactamente qué. Mis ojos comienzan a abrirse lentamente pero los debo cerrar al momento por la luz del bombillo que se encuentra justo encima de mi cabeza. Lo vuelvo a intentar, mirando todo a mi alrededor y dándome cuenta que no estoy en mi cuarto. La desesperación hace acto de presencia y trato levantarme de lo que supongo es una mesa de laboratorio, tan fría como aquella oscura habitación.

Un escalofrío recorre todo mi cuerpo al darme cuenta de que no puedo mover mi cuerpo, y contrario a lo que pensaba mis manos y pies estaban libres.

—Vaya, has despertado.—

Una ronca voz interrumpe mis pensamientos, mis ojos van hasta la puerta y ahí, parado con una cínica sonrisa se encuentra un hombre, de mediana estatura y una bata de laboratorio con algunos rastros de sangre. Mi nerviosismo no hace más que aumentar cuando veo que camina hacia mí, sonriendome como si me conociera de toda la vida.

—Pense que iba a empezar sin tí, me da mucho gusto que hayas despertado.—

Sus amarillos dientes me sonríen una vez más, como si se burlara de mí. Da media vuelta y camina hasta una desordenada mesa, sé coloca unos guantes y toma un bisturí. Mi cuerpo se tensa completamente al vislumbrar esta escena, siempre había tenido cierta apatía para con los objetos punzantes, el hombre al notar mi mirada desesperada solo soltó una carcajada, como si de un villano de una caricatura se tratase. Tocó varios botones en una antigua radio y comenzó a sonar En mi mayor. Lento Ma Non Troppo.

Por cada nota un paso y una sutil vuelta, como si estuviera en un vals y yo fuera el publico. Colocó el bisturí sobre mi pecho desnudo, cortó mi piel, abriéndome como si fuera un cadáver al que le están realizando una autopsia.

Quería llorar, gritar, mover mis brazos, bajarme de aquella mesa y huir de aquel loco que seguía hurgando en mi cuerpo, extrayendome los órganos y cortando donde quisiera mientras la música seguía sonando en repetición. Pero por más que quisiera no podía, mi cuerpo no respondía a mis mandatos, hacía caso omiso a mis deseos, lo único que podía hacer era mirar al frente, que las lágrimas inundaran mi cara sin poder mover ni un músculo facial.

Cierro los ojos y sumida en la oscuridad una vez más empiezo a mover mis manos, me niego a abrir los ojos creyendo que es solo una ilusión, sin embargo abro mis ojos encontrando mi cuerpo mutilado, mi abdomen abierto de par en par y en otra mesa mis órganos.

Un grito escapa de mi garganta, me despierto abruptamente y sin esperar un segundo más toco mi cuerpo, en busca de cicatrices inexistentes, miro a mí alrededor asegurándome que estoy en mi cuarto.

En la mesita de noche, con la lámpara aún encendida se encuentra el libro que había estado leyendo antes de ir a dormir: Parilisis del Sueño

Love, sometimes it's forever [Poemas]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora