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07 | SEPULCRAL
SONARON LOS PITIDOS DEL APARATO CONTRA LAS REJAS, MIENTRAS LOS DEDOS DEL DETECTIVE HALSTEAD MANIOBRABAN RÁPIDAMENTE SOBRE LOS BOTONES. Segundos después, el sonido del metal abriéndose obligó a Camille a inspirar una buena cantidad de aire.
Ambos caminaron decididos, sobre todo Jay, quién -claramente- se conocía aquella estación como si fuese la palma misma de su mano. Ella, en cambio, se dedicó a seguir sus pasos de manera cuidadosa. Hubiera recorrido el lugar con la mirada, detallando cada rincón de aquel primer piso, pero su mente parecía estar en otro punto; uno en donde el nombre de su ex prometido resonaba a trasfondo de todos sus pensamientos.
El sitio se mantenía a oscuras, a excepción de dos escritorios que tenían sus lámparas encendidas. Lo demás se atribuía a la oscuridad de la madrugada.
—Por aquí. —indicó el castaño, abriendo una de las puertas del lugar, las cuales dirigían a unas escaleras.
La mujer no dudó en ingresar, y al instante, captó algunas que otras voces perdiéndose en un eco. Supo que venían de abajo.
Dejó que Jay pase por delante, y volvió a seguirlo en cuanto éste comenzó a bajar los escalones. Pronto siguieron por un pequeño pasillo, doblando, para luego volver a encontrarse con otras escaleras.
Casi al final, las voces se habían convertido en sonidos ya presentes, y se llegaba a distinguir una luz blanca desde su altura, rompiendo con la penumbra del ambiente. Unos cuantos pasos más abajo, y se encontraron entre las paredes de aquella especie de sótano.
Entonces se detuvo, un suspiro brotó, sin permiso alguno, de sus labios. Al ritmo de los acelerados latidos de su corazón, las sensaciones comenzaron a crepitar, como lo hace una ardiente leña en su auge. Puros sentimientos de ira y enojo quemaban en su interior, porque lo estaba viendo justamente a él. A la persona que había potenciado su caída en el pozo de aflicciones en el cual había acabado luego de la muerte de su madre.
Los demás contemplaron la escena, en silencio; Hailey, Kevin y Voight también estaban allí, pero Camille se encontró muy enfocada en su camino hacia la persona que estaba siendo sostenida por Ruzek.
Elliot ni siquiera tuvo tiempo a pronunciar palabra alguna, cuando un pronunciado golpe acabó aterrizando sobre su mejilla izquierda. El impacto se percibió firme y ruidoso, tanto así que sacaron unas gotas de sangre que salpicaron en el suelo. Camille casi logró derribarlo.
Sin pensarlo, Jay avanzó rápidamente hacia la castaña, intentando tomarla de la cintura con el afán de alejarla. Sin embargo, la mano de Hank frenó toda clase de intenciones, al mismo tiempo que el atisbo de una sonrisa placentera se asomaba en sus labios, observando la escena.
Voight sabía que el tipo se lo merecía. En efecto, todos lo sabían.
Los ojos de Camille denotaban adrenalina, y un sinfín de sensaciones se liberaban en ella. Su pecho subía y bajaba, atiborrado por todo. Ni siquiera le estaba prestando atención al molesto dolor que se expandía por su mano.
