04|las heridas.

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04| LAS HERIDAS

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04| LAS HERIDAS.

—¿LISTA?

Se volteó. Soltó el prendedor de su abrigo en cuanto aquella voz rompió con el silencio de la habitación. Hora y media hacía desde que despertó con los chillidos de Juliette avisandole que hoy, por fin, sería el día en el que volvería a casa. Y, por supuesto, la rubia no perdió la oportunidad de halagar al susodicho que sería el responsable de transportar a Camille al nuevo departamento.
Sí, el mismo Jay Halstead, que ahora permanecía con la mitad del cuerpo detrás del cristal, y sus nudillos golpeteando con suavidad el mismo.
Una mirada expectante sobre ella.

A labios cerrados, le brindó una sonrisa. —Estoy lista.

De inmediato se adentró a la habitación, y Camille no pudo evitar captar el exquisito perfume que vino con él. Disimuló aquello, colocándose cabizbaja.

—Déjame ayudarte con ésto, ¿Si? —inquirió, hincando su cuerpo hacia uno de los bolsos que Juliette le había alcanzado a la castaña más temprano, por la mañana.

Asintió, intentando espabilar. —Hm... sí, sí, claro... —accedió, tomando el otro bolso pequeño que yacía a sus pies. Aún así, fue inútil. Le resultó imposible no emitir una inaudible queja cuando el dolor invadió parte de su hombro. En cuanto quiso percatarse, ya se había desequilibrado.

El ojiclaro reparó de aquello al instante, y gracias a sus rápidos reflejos, logró sostenerla por ambos brazos antes de un desagradable impacto. —Oye, con calma...

Aquél tono bajo disparó escalofríos a su espina dorsal.

—Lo siento, yo-

—Si quieres puedo cargarlo también. —sugirió él.

La castaña se apresuró a negar. —Oh, no no. Yo lo haré, supongo que tendré que acostumbrarme a éstos dolores por un buen tiempo.

—¿Segura? —dudó de las palabras de su contraria.

—Segura.

Y tan pronto como Camille quiso darse cuenta, ya se encontraron dejando el hospital que había significado su hogar durante largos días. Una parte de ella se alivió al momento de sentir la helada brisa de la ciudad envolverla en una forma de bienvenida al mundo exterior. Había extrañado eso; la vida cotidiana. El simple vivir.

La camioneta del detective Jay se sintió realmente cómoda desde el primer momento, y agradeció experimentar una superficie diferente a la camilla del Med. Los primeros segundos transcurrieron en silencio, dejándose llevar por el alboroto que reinaba en las calles y el ruido del motor del vehículo arrancando. Así fue que comenzaron a avanzar. Camille buscó algún punto en donde su atención pueda centrarse, y su mirada acabó por aterrizar por completo en el perfil de su conductor. Y no iba a negarlo, acababa de descubrir que tenía un perfil demasiado favorable.

CROSSFIRE ━━ chicago p.dDonde viven las historias. Descúbrelo ahora