05|extraña comodidad.

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05| EXTRAÑA COMODIDAD.






AL COMPÁS DE UN SUSPIRO UN TANRO INSEGURO, arrastró una fugaz mirada sobre todo el sitio. Sonrió a medias cuando se encontró aliviada ante lo que veía; el departamento era simple, y al mismo tiempo algo moderno. Las paredes eran de un color beige casi crema, lo cual contrastaba de buena forma con los muebles de color caoba que se ubicaban en sus respectivos espacios. Porque ese era un punto a favor, según Camille, ya venía todo amueblado. En un pasado lo hubiera encontrado un tanto innecesario, pero dada la situación de que el fuego había arrasado con todas sus cosas, ésto le venía como anillo al dedo. Además, los artefactos se veían nuevos y relucientes, tomó en cuenta las palabras de Jay, recordando que le había dicho que no hace mucho el lugar había sido remodelado, por lo que probablemente eran nuevos.

Entonces Jay llegó a su mente. Se volvió a enfocar en las voces de él y el señor Donovan , el cual los había encontrado en los pasillos del edificio para poner a la castaña al tanto de todo el asunto de su nuevo hogar apenas llegaron. Ambos, probablemente, se encontraban hablando sobre el plomero que debía asistir en ésta semana para arreglar la ducha, la cual Robert le comunicó a la mujer que no se encontraba a disposición en lo que agua caliente respecte por motivos de restauración.

De repente, las voces cesaron por fuera del sitio, y en cuestión de segundos, los pasos del detective ya se encontraron detrás de la puerta de entrada. Camille observó cómo ésta se abría lentamente, dejando ver a un tímido Jay Halstead asomando la cabeza.
Inevitablemente sonrió a labios cerrados, pensando que aquel gesto le había resultado tierno.

—Robert dijo que el plomero vendrá el jueves, su nombre es Daniel. —informó, ingresando por completo.

Ella asintió, acorde a sus palabras. Su mirada se removió por los bolsos que yacían a sus pies en el suelo. Debía ubicar cada cosa en su lugar, aunque no eran muchas. —Uhm, sí. Está bien. —soltó. —Supongo que puedo decirle a Juliette que iré a tomar una ducha a su apartamento, de seguro no tendrá-

El ojiazul declinó, cortando a la castaña. —Pero deberías cruzar toda la ciudad para llegar hasta su sitio. —apuntó, frunciendo levemente el ceño. —Si quieres puedes usar mi ducha, yo-

Ahora, fue la castaña quién negó con firmeza, apenas escuchó las palabras del contrario. —Oh, no Jay. Claro que no. Sería una gran molestia, no quiero causar ningún problema si hay alguien más en casa, tu novia podría-

—No, yo no... no tengo novia, Camille. —largó, de repente.

Por alguna razón, una especie de vergüenza colmó cada nervio de Camille. Pronto se regañó a sí misma mentalmente, había asumido de forma directa que Jay tenía pareja, cuando no siquiera el tema había surgido. Su silencio evidenció aquella confusión por la cual atravesaba, cosa que el ojiazul notó al instante.

—De todas formas, tal vez estoy siendo muy insistente. No era mi intención serlo, yo sólo-

La castaña mordió su lengua, sintiéndose mal por haberse dado a entender de esa forma. Negó efusiva ante tales palabras, procediendo a interrumpirlo, nuevamente. —No, Jay. Siento haberlo dado a entender de esa manera, es solo que... —suspiró, se encontró escasa de palabras en menos de segundos. Sus manos se movieron, haciendo énfasis en su vacío verbal. —¿Estás seguro que no es molestia? No quiero ser una carga para ti.

El pelinegro rió ligeramente, sintiéndose entretenido ante el tierno enredo de su contraria. Negó, mostrándose seguro. —No eres una carga, te lo aseguro. Mi trabajo es tratar de mantenerte a salvo de cualquier peligro. Aún no sabemos quién está detrás de todo eso, lo cual es malo. Y no veo como algo seguro el hecho de que estés cruzando media ciudad tú sola cada día, por una simple ducha. —explicó, colocando ambas manos en los bolsillos de sus jeans.

CROSSFIRE ━━ chicago p.dDonde viven las historias. Descúbrelo ahora