III. Nathan

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El sonido de algunos objetos en movimiento me hizo abrir mis ojos de inmediato, por un momento había pensado que era Reidar, pero me tranquilicé cuando vi a una señora ya grande limpiando la habitación.

- Buenos días señorita Brooks - La mire fijamente por todo su cuerpo - No soy un vampiro señorita.

Mis mejillas se tiñeron de rojo inmediatamente, estaba avergonzada por ser demasiado obvia. La noche anterior me había dejado un poco mal y por si fuera poco, aún creía que todo esto era un jodido sueño.

- Disculpa - Susurre - Usted ¿Trabaja aquí?

Era tonta mi pregunta, pero necesitaba saber si ella había estado aquí por años y si era así, la señora podía darme respuestas de aquel hombre.

- Soy solo ayudante de limpieza señorita  - Asentí - Trabajo aquí desde hace 10 años.

- Entonces ¿Usted sabe quien es el joven Reidar Visan? - Una pequeña risita se le escapó dejándome mucho más desconcertada.

- El "Joven" Reidar, no me habla de su vida señorita - Baje mi cabeza decepcionada - Pero lo único que le puedo decir es que el, es mucho mayor que usted y es un buen hombre.

Buen hombre..

Por supuesto que es un buen hombre, uno con colmillos y ojos extraños que te hipnotizan en cuanto posas los ojos sobre ellos.

- ¿Buen hombre? - Pregunte con ironía - Es un vampiro!!!

- Señorita Brooks, si algo se perfectamente - Se detuvo por unos segundos - Él ha esperado por usted muchos años y siempre estuvo a su cuidado.

Aquello me había dejado impactada, no me esperaba aquella confesión y mucho menos que Aaron tuviese razón cuando decía conocerme.

- Pero..

- Es mejor que me retire, su desayuno la espera abajo y hay todo lo necesario para usted en ese armario - Señaló dos puertas corredizas que estaban del lado izquierdo de mi.

Sin más la mujer salió y me quedé de nuevo sola en la habitación, la cabeza comenzaba a dolerme de solo pensar en todo lo ocurrido.

Me levanté de la cama y me acerque a la ventana que había visto antes, una hermosa vista desde el segundo piso que dejaba ver un bosque extenso y hermoso, las hojas de los árboles se movían con el viento que suponía estaba fuerte.

Luego de ver todo el panorama desde la ventana, decidí dirigirme al baño. Al estar dentro mire todo con asombro.

Me acerque al pequeño espejo para mirar mi rostro, las ojeras y lagañas eran bastantes, así que tuve que lavar mi cara por que me veía fatal

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Me acerque al pequeño espejo para mirar mi rostro, las ojeras y lagañas eran bastantes, así que tuve que lavar mi cara por que me veía fatal.

Cuando termine me deshice de mi ropa y me instalé bajo la regadera, antes de iniciar, los productos de aseo llamaron mi atención, eran muchos y nuevos, la anciana tal vez decía la verdad. Por fin abrí la regadera y deje que todo el agua cayera sobre mi, me quede ahí por un buen tiempo disfrutando de lo único real, un baño.

Almas Gemelas - Eres Solo Mia #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora