Survivor ◦ Draco Malfoy [4]

09. THE SEVEN DOORS

[CAPÍTULO 09]
THE SEVEN DOORS

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-Y recuerda Annie, no debes permanecer en un recuerdo ni en un lugar por mucho tiempo, tu energía se reducirá dependiendo de la cantidad de tiempo que estés dentro de su cabeza, ya te lo expliqué -Dijo por quinta vez Hermione sentada en un mueble frente a mí.

-Mi tarea es encontrarlo y traerlo de vuelta -Murmuré en un tono audible, mientras Alec entraba con dos recipientes de cristal.

-Y la nuestra mantenerte viva -Respondió el rubio extendiendome uno de los tazones, poseían un líquido blanco el cual desconocía por completo. Harry apenas podía observar la escena, se mantenía al margen desde nuestra discusión. -¿Lista súper bruja? -Preguntó de nuevo el rubio.

-Para nada, pero tengo que hacerlo ahora -Tragué pesado y todos sonrieron nerviosos. Alec intercambió miradas con Hermione y ésta asintió.

Me senté al pie de la cabeza del platinado la cual estaba apoyada en el mesón de la cocina, suspiré hondo para luego observar a Alec poner su varita cerca de mi sién y a Hermione poner la suya sobre la sién de Draco, al mismo tiempo ambos proncunciaron un hechizo que les había oído practicar por las noches, era magia prohibida. Un pequeño hilillo azul salió de la piel del platinado mientras que de la mía relucía un hilillo dorado los cuales se unieron en el recipiente que Alec me había entregado, al verlo de nuevo estos dos bailaban como al son de una canción dentro del líquido. Cerré los ojos tomando todo el contenido, dejé caer de golpe el tazón tosiendo un poco, Alec me acarició la espalda y se aseguró de que estuviera en postura.

-Ten cuidado Annabelle -Murmuró Harry al fin, sin embargo solo asentí y coloqué mis manos sobre cada lado de la cabeza de Draco, respiré hondo y dejé fluir mi mente dentro de la del platinado.

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[OMNISCIENTE]

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Draco Malfoy yacía en un profundo sueño dentro de su mente, por fuera era visto con calma e incluso algo más sano...pero por dentro la historia era otra, se encontraba confundido desde aquel último beso, podía recordar su sabor, la textura de los labios de su amada y de inmediato aquel intenso dolor que neutralizó cada acción que necesitó para protegerse de el embrujo que lo sumergió en ese oscuro sueño.

Era casi como un deja vú de las cosas que juró enterrar mil metros bajo tierra en su mente, sus más grandes temores, sus peores recuerdos y todas aquellas pesadillas que lo perseguían desde que tenía uso de memoria. Solo podía correr, sabía que no podía cambiar el desenlace de ninguna de las situaciones en las que se encontraba, pero hasta huir de aquello era como una tortura, estaba cansado de escapar, de esconderse. Y con su cansancio su cuerpo se debilitaba.