Deseo: Que me liberes

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Sucedió que un día, después de 30 variaciones de luna junto al terrestre, este desapareció de nuevo.

El tritón se encontraba sentado sobre un conjunto de corales tratando de que la conexión telepática que tenía con el pirata y que con el paso de los días se había fortalecido, le diera una pista de donde podría estar metido, pero era inútil.

Por más que se alejara del ruido de las acatarrantes voces chillonas de sus hermanas o del sonido molesto de las olas que rompían sus hermanos por diversión, no lograba obtener la suficiente concentración como para localizar a su humano.

Y no lo entendía.

Había pasado las últimas 30 auroras y ocasos pegado cual sanguijuela al ser terrenal hasta el grado en el que, en su cabeza, su relación se había vuelto mejor desde que lo recibía con 6 insultos en lugar de 10 y lo despedía con silencios en lugar de hostilidades o deseos de que no regresara.

Verdad era que, la mayor parte del tiempo que pasaban juntos, el tritón hablaba más en un monólogo que en una conversación, porque el pirata siempre estaba dispuesto a ignorarlo completamente, sin embargo, el joven acuático jamás había perdido la esperanza de que, secretamente, el hombre le escuchara con atención incluso si no respondía.

Nadó por días, se concentró por más y se lamentó el doble de ellos, sin embargo, no había rastro del inmortal.

Una pena ligera, pero constante, se instaló en el pecho del ser marítimo y, por primera vez en su corta vida, se preocupó de no conocer la procedencia de esa sensación que le impedía respirar con normalidad.

Se preguntó si era aquello a lo que los ancianos llamaban, "añorar", mirando con nostalgia al inmenso vacío mientras hablaban de los tiempos esos a los que nombraban buenos a lo largo de su vida.

Fluke descubrió que odiaba sentirse así y también notó que todo era a causa del pirata, del hombre que se la pasaba quejándose de haber sido embrujado por "magia de pescado", pero que se la pasaba embrujándolo a él con su "magia de cavernícola".

Tenía que ser de esa forma. Tenía que estar hechizado porque sus inmaculados orbes neutros se tornaban de un indescriptible color índigo semejante al del océano cuando la luna destellaba en la superficie desde que el hombre había decidido abandonarlo, como si su propia alma estuviera oscureciendo y se reflejara a través de las aguas inquietas de sus ojos que, sin quererlo, habían empezado a desparramarse con calma.

No iba a admitirlo, porque a cualquiera le parecería ridículo, mas, en medio de la inmensidad del mar rebosante de criaturas y vida por doquier, se sentía solo. Diminuto y desorientado en las aguas que nunca habían dejado de guiarlo pero que ahora parecía no poder leer, no poder sentir.

¿Qué le quedaba ahora, después de haber pasado días con toda la atención y la vida del hombre en sus manos, cuando repentinamente se le quitaba? ¿Acaso era un presagio de su destino una vez el humano cumpliera su deseo de morir?

Irónicamente, comenzaba a comprender cuando el pirata se llamaba así mismo estúpido por compartir su tiempo con él. Ahora también lo sentía. La estupidez de pasar sus días a lado de alguien que estaba harto de su condena, porque ya no tenía nada que perder más que aquello que le habían atado, la vida.

Sin embargo, ni los dioses más poderosos podían culparlo. Él era un niño, un neófito hambriento de vida que había cruzado su destino con un inmortal a cambio de conocer más de lo que debería a su corta edad y, al acostumbrarse cual infante consentido a la compañía, de repente se sentía vacío.

Tanto lloró que no notó cuando el agua comenzó a ser más clara y el ruido de la vida, insonoro.

La sensación molesta que habitaba en su estómago comenzó a desaparecer como si un cántico de cuna se hiciera escuchar en sus oídos. Parpadeó un par de veces para sacarse la confusión de la vista y se dio cuenta que, de manera inopinada, la magia en su interior había atendido a su creciente desesperación por hallar al terrestre, fortaleciendo su lazo y llevándolo hacia él de forma tan suave, que parecía haber viajado a través de las burbujas en las olas.

Salvando al pirata [OhmFluke]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora