Cadis Etrama Di Raizel (Rai) y tu.
Eva Ramírez, una joven de Estados Unidos, viaja a Corea del Sur por temas de estudio, digamos que tuvo problemas en su antigua universidad debido al bullying que sufría por parte de sus compañeros. Sus padres pensa...
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La rubia abre los ojos de golpe al escuchar algo romperse.
No recordaba haberse dormido en la casa de Frankenstein o algo por el estilo, estaba segura de que se había ido a su casa; se quedó procesando por unos segundos, haya voltear a ver al noble, quien la observaba con su clásica mirada tranquila.
—¿Que día es?
Pregunto confundida, el lado izquierdo de su cabeza estaba despeinado por estar apoyada en el hombro de el, al menos había vuelto a la normalidad, o eso aparentaba. Sus ojos estaban completamente negros y bajo estos habían unas leves ojeras, Rai al ver aquello, reaccionó como si fuese algo normal, era la primera vez que las veía, no dudaba que aquello fue provocado por el poder que uso, no estaba del todo acostumbrada aún.
—Han pasado unas horas, la cena estará en unos minutos.— Habló de desde la cocina, estaba junto a Regis, quien segundos después estaba arreglando la mesa.
Eva seguía sin saber dónde estaba parada, hasta oír unos gritos provenientes del laboratorio, ante aquello, se levantó de manera apresurada y camino rápidamente al laboratorio, dónde abrió la puerta y se quedó pasmada.
Frente a ella, estaban Yuri y Aris, atados a dos sillas, en la puerta se encontraba Takeo y M-21, parecían estar vigilando que no escaparan, y por último, Frankenstein y Tao, estos estaban controlando todo en las máquinas.
El rubio de cabellos largos, volteo y observó a Eva con sorpresa, bueno, no esperaba aquella reacción.
—¿Ya cenaron?— Una gota de sudor bajo por la frente de la rubia, Tao estaba observando a la chica, Takeo y M-21de repente, hicieron lo mismo.
—Siento curiosidad.— Murmuró.
Frankenstein acomodo su túnica médica.
—Sabía que dirías eso. Verás, he creado una pequeña máquina que da corriente eléctrica fuerte, si ellos no contestan lo que pregunto les doy una pequeña descarga eléctrica.
Lo último de "pequeña descarga eléctrica" no se lo creía ni aunque le paguen, sabía lo sádico que era el rubio, oh bueno, una parte, tampoco dudaba que fuese algo peor que El Diablo, porque el era "El Diablo", no era necesario verlo pelear para darte cuenta, su poder lo delataba y te daba a indicar lo bestia que era.
—Eso es, interesante, oye, ¿Cuánto tiempo llevan aquí todos?— Le cuestionó la rubia, sin dejar de mirar a los dos prisioneros.
—Un par de horas nada más. Quizá lo este hasta mañana, si no hablan usaré otros métodos...— El rostro de el de oscureció de repente, Eva no preguntaría más nada respecto a lo que iba a hacer ahora, ni quería imaginar nada, nada de nada.
Todos escucharon la repentina queja de Aris. Volteo y la observó, sus largos cabellos castaños casi estaban levantados, incluso, algunas partes de su cuerpo temblaban, sentía un poco de pena por ambos, aún así estaba algo irritada por el comportamiento de ambos.
