Pasado Obsceno

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Los posados retratos
de vívidas sombras
acechan en las ventanas
de nuestro oscuro cuarto.

Alzo la mirada,
veo sus 42 lujuriosos ojos,
siento sus intensos jadeos,
escucho sus obsenos pensamientos,
y a ella,
la tinta arrojada
durante todo su recorrido
como carne para los perros.

Una parte de ella
está en todas las sombras,
de todos los cuadros,
de todas las ventanas.

Tinta desgastada,
golpeada por los años.
Pastosa,
pero sin ganas de brillar.
Se dejó usar tanto
que ya cree estar desabrida.

No son más que recuerdos,
pinturas vetustas
olvidadas en el rincón de los pensamientos.

Eso me digo.

La adquirieron,
la inmiscuyeron,
se encajaron a gusto
y la desecharon.

Eso es lo que siento.

¿Cómo desligar estas ataduras?
¿Cómo ignorar aquellas pinturas?
¿Cómo dejar de sentir?

Como quisiera sólo pensar,
con el raciocinio,
sin el amor.

Así las pinturas
serán pinturas,
y los recuerdos
serán recuerdos.

Madera...
Óleo sobre lienzo...
Nada tendría valor sentimental,

nada me atormentaria más.

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