Erase una vez un espacio vacío pensante.
Lleno de dicha, gozaba,
pues lleno de vida estaba.
Ser vacío era su misión
y la cumplía con sumisión.Pero ser pensante es peligroso,
un arma de doble filo.
Por que la felicidad va en el mismo hilo
de su amiga la ignorancia.
Éstas gozan de un enlace amistoso,
ya que mientras menos ignorante se es,
más se sufre.Más, útil y satisfecho se sentía él,
hasta que un día la razón lo traicionó
y el espacio vacío se sintió vacio
-Hoy me desperté y no sentí nada -decía- Desayuné y el café no sabía nada,
fui a trabajar y no hice nada,
me senté en la oficina,
hice lo que tenía que hacer...
Pero no estaba haciendo nada importante en realidad.El espacio vacío, cayó en la desgracia.
Perdió su sentido, se dio cuenta que su propósito era inútil.
Al ver a su alrededor, se dio cuenta que todo era un inmenso absurdo.
Se intentaba palpar pero no sentía nada,
se intentaba oler pero no olía nada,
intentó amar, pero no amaba a nadie,
intentó vivir, pero no nuca vivió en realidad.Así, antes de ser ocupado,
antes de que el cántaro se llenara de agua,
antes de que la habitación sea ocupada,
antes de que las nubes cubran el cielo,
antes de que la nada sea el todo,
él pensó una última reflexión:La existencia es dolorosa cuando te das cuenta que nunca exististe en realidad.